No quiero que amanezca ...
El azahar de los agrios estalla a borbotones,
las palabras se detienen en los labios
como la lluvia que no termina de caer.
Amanece y no quiero que amanezca.
No quiero que amanezca
aunque la noche envenene y embote mis sentidos,
no quiero que la luz me transforme en mi sombra
mientras el silencio se mueve perezoso por las camas.
El sol saldrá muy pronto como una gran cereza
sobresaltando fuentes y farolas.
Resuena el canto de la alondra imitando otras voces,
barbotea el agua de la fuente
y en los muros se descuelgan jazmines amarillos.
Las palabras ascienden en el aire aún nocturno
libres del insomnio pero cargadas de renuncias.
Las horas caen. Es el momento de pensar en ti.
Escrito por Musaraña
Benacazón 30.03.1992
las palabras se detienen en los labios
como la lluvia que no termina de caer.
Amanece y no quiero que amanezca.
No quiero que amanezca
aunque la noche envenene y embote mis sentidos,
no quiero que la luz me transforme en mi sombra
mientras el silencio se mueve perezoso por las camas.
El sol saldrá muy pronto como una gran cereza
sobresaltando fuentes y farolas.
Resuena el canto de la alondra imitando otras voces,
barbotea el agua de la fuente
y en los muros se descuelgan jazmines amarillos.
Las palabras ascienden en el aire aún nocturno
libres del insomnio pero cargadas de renuncias.
Las horas caen. Es el momento de pensar en ti.
Escrito por Musaraña
Benacazón 30.03.1992
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