martes, 3 de julio de 2007

El Peón de Ajedrez

Su corazón de plomo albergó desde el primer combate la ilusión de alcanzar la línea del horizonte en el campo de batalla. Estaba seguro de que si lo conseguía pasaría algo maravilloso, especial. Cada vez que entraba en combate esperaba conseguirlo con todo su corazón y cuando era abatido se consolaba diciéndose que la próxima vez podía lograrlo. Se inició una campaña más. Fue avanzando con los ojos clavados en la meta deseada, entretejida la mirada en los fulgores de un sueño de magia y luz. Alcanzó incrédulo y alborozado la línea del horizonte, el puesto del rey enemigo y aguardó la maravilla que le esperaba. Cuando se sintió arrebatado del tablero, aún confió en que le aguardaba la gloria; hasta que vio que situaban la dama en el lugar que él había coronado y supo que aquella era su gloria. El desencanto inundó su corazón de plomo con una ola de fuego que creció hasta abrasarle.
Cuando abrió la caja de las fichas del ajedrez, como cada domingo, vio que uno de los peones se había convertido en una masa de plomo informe, sobre el lecho de falso terciopelo.
por Carmen Quirós

2 comentarios:

Hadanochera dijo...

bonito cuento

Néstor Quadri dijo...

Me gustó mucho el cuento especialmente para los que gustamos del ajedrez.
Te mando un saludo desde Buenos Aires.