jueves, 19 de julio de 2007

El Pastel Quemado ...

Había una vez un hombre siempre afanado por el trabajo de panadero e inmensamente rico. Desgraciadamente, para él no existía más que una idea fija: ganar más y más dinero. Cuando los pobres acudían a él para pedirle una limosna los echaba a gritos diciéndoles: -¡SI quieren ser ricos trabajen como yo ... Pero un día le llegó la hora de morir y al llegar a la otra vida se encontró con que la habitación que se le había reservado estaba totalmente desnuda y vacía. Y se puso a protestar y lloriquear: -¿Y qué voy a hacer yo en este cuarto sin ninguna provisión? Se le acercó un ángel: - ¿No tienes provisiones? -le dijo- la razón es que tú no has hecho nada mientras vivías en la tierra, si hubieras sido prevenido, ahora encontrarías lo necesario. El hombre aquel comenzó a suplicarle al ángel: -Por favor ten compasión de mí. He sido tonto. No preví nada. pero si fueras tan amable de conseguir de Dios que me concediera sobrevivir un breve plazo de nuevo en la tierra, estoy seguro que corregiría mi error. El ángel obtuvo para él un plazo de dos meses y el hombre volvió a la tierra. Enseguida comenzó a comprar toneladas de harina, de azúcar, de mantequillas, miles de litros de aceite, Contrató a todas las mujeres del lugar para que le preparan grandes cantidades de pasteles, galletas y bizcochos. Docenas de pasteleros trabajaron día y noche para cocer en los hornos todo lo que preparaban las mujeres. El hombre se frotaba las manos de gusto. - Ahora se decía no me faltará nada para pasar bien la eternidad. En éstas, y cuando solamente te faltaba un día para que se le terminara el plazo concedido, un mendigo se presentó pidiendo algo de comer. El hombre miró a su alrededor y eligió un pastel negruzco, quemado, el peor de todos y se lo dio. En la fecha fijada se presentó el ángel. - ¿Estás ya preparado? y le condujo a la habitación de la eternidad. El hombre creía que iba a encontrar allí todas las provisiones que había preparado con tantos cuidados, pero su sorpresa fue grande cuando allí solamente halló el pastel quemado que había dado al mendigo.
Anónimo

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