viernes, 26 de septiembre de 2008

TRISTE, TRISTEMENTE

Un día estaba yo triste, muy tristemente
viendo cómo caía el agua de una fuente;

era la noche dulce y argentina. Lloraba
la noche. Suspiraba la noche. Sollozaba

la noche. Y el crepúsculo en su suave amatista,
diluía la lágrima de un misterioso artista.

Y ese artista era yo, misterioso y gimiente,
que mezclaba mi alma al chorro de la fuente.

Rubén Darío (1916)

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