Para la memoria los olvidos no cuentan
pero ese olor tibio que desprendes,
temporal e inmediato,
me provoca desvanecerme contigo de la mano.
La horizontalidad de nuestros cuerpos
hace innecesarias las palabras
cerramos los ojos
y abrimos el camino a la memoria
para recuperar el tacto y la mirada.
Tu olor y la sombra se confunden
en la penumbra de la siesta
y una tarde de julio, pasajera y efímera
nos defiende del desgaste banal de la rutina
anegando de amor nuestras manos vacías.
Escrito por Musaraña
Benacazón 20.07.1994
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