viernes, 21 de septiembre de 2007

Cielo empañado

Libre, aunque las noches sean de soledad. ¿Qué está pasando? ¿Por qué queda esa sensación? No debí reaccionar de ese modo, pero no puedo evitarlo. Hace mucho que las cosas no andan bien, que perdieron el sentido.

El viejo de arriba se pone cada vez más gris y su mirada tiene aquel hueco que veo en el espejo todas las mañanas. Todavía me duelen los nudillos, mi mano sigue hinchada, sé que no debí hacerlo; pero me cansé de repetir la misma escena todo el tiempo. ¿Cómo hago para no sentir este vacío en el estómago? Abrir los ojos ante el sol se convierte en una mala broma. Me encantaba cumplir alguno de sus deseos y ver cómo su sonrisa iluminaba una cuadra entera. Nunca tuve momentos de intensidad, aun así, sabía retener con displicencia las lágrimas. Quizá algunas cosas me parecieron fáciles de alcanzar. Los colores eran más brillantes y las caídas dolían menos. Si existía un fondo, nunca pensé tocarlo.

En un principio fue irresistible, conocía tantos juegos que me cautivó de inmediato. Aprendí a volar con las manos dobladas, a no disculparme por mis cambios de humor, a inventar situaciones que me diesen tranquilidad. Luego, sus desbandes comenzaron a irritar mis sentidos. Desde chico me impusieron la discreción, por eso toda su libertad comenzó a desesperarme.

Su voz se opaco tanto que me ahogaba con un simple "por favor". Sé que no debí golpear de esa manera, pero tenía que apagar su voz. ¡No puedo vivir así! Mis nudillos ardían, me gustó ver su cuerpo deformándose, era como patear la pelota en las pichangas del colegio. Me sentí inmenso cuando pidió que no siguiera. Estaba enloquecido y no quería parar. Se acabaron las ganas de llegar al mismo lugar. El reflejo de mis ojos se empañó, igual que en los ojos del viejo gris.

¿No sé por qué todos me hicieron a un lado? Se largaron a pesar de prometer que enmendaría mis errores. No podía confesar lo que llevaba dentro y no pensé que terminaría así ¿Por qué te hice caso? "Habrá cambios…, y los superaremos si seguimos juntos", dijiste. No sucedió, y todo se puso en mi contra.

MIERDA ¿DÓNDE CONSIGO HIELO PARA CALMAR LA QUEMAZÓN?

¿Cómo pude tratarlo de ese modo? “No tienes carácter” fue una constante en mi vida. Él no tiene la culpa de lo que soy. Sí, sí la tiene. No debió sacarme de las sombras. Se ve lindo tan quieto. Sin llanto. Calladito. Lindo. Creo que fui absuelto del pecado. Mi piel la siento más tersa. Sus caricias resecaban demasiado mis entrañas. ¿Lo amé?
Libre, aunque las noches sean de soledad.

El viejo de arriba me sonrió. Se dio cuenta de que había corregido mi defecto. Su mirada, ya no la veo en el espejo. Definitivamente corregí el defecto. LIBRE, no importa la soledad. Además, no es tan fastidioso limpiar el espejo cada vez que se empaña por la mañana.

por Sebastian Rodriguez

2 comentarios:

Anónimo dijo...

un texto muy bueno, me ha gustado mucho.

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jomi001 dijo...

hello me gusta lo que escribes lo ases muy bien me gustaria ablar contigo pero mejor luego te dejo mi msn ok bueno bye