viernes, 27 de febrero de 2009

Cadena perpetua

Últimamente, eso que llaman la opinión ciudadana, ha estado ocupada discutiendo sobre la necesidad de legalizar la cadena perpetua, la pena de muerte e incluso la tortura. En la sociedad plural y democrática en la que vivimos, basta añadir: “pero sólo en casos graves, ¿eh?” para que nuestra conciencia quede tranquila.

Como viene siendo costumbre en nuestro gran país, la chispa del debate ha sido producida por un crimen más o menos mediático. Primero fue el caso de la niña Mari Luz, y ahora el de la joven Marta. Crímenes horribles ambos, pero que no son los primeros en su género, ni serán, por desgracia, los últimos.

Si bien es cierto que la justicia española tiene fama de blanda, yo diría que es más bien caprichosa. Parece como si las penas fuesen inversamente proporcionales a la gravedad del delito; por ejemplo, pegar un palo millonario a gran escala rara vez se castiga siquiera; por otro lado, que a un juez se le quede en la calle, por error, un asesino peligroso que de hecho reincide, se castiga con una multa que incluso un servidor podría pagar sin demasiada dificultad; en cambio, si un policía tiene la impresión de que una inmigrante esposada quiere escupirle, se aplica el modelo que yo he bautizado como franco-iraní, que consiste en darle una paliza que la deje medio muerta y luego, además, hacerla pasar un tiempo entre rejas, haciendo trabajos comunitarios y manualidades con macarrones bajo la atenta mirada del psicólogo de la prisión.

Tal y cómo está de absurda la justicia, creo que lo último que debemos hacer es pedir que se le den más facilidades para arruinarnos la vida. Quizá fuese más útil pedir una ley para evitar que los jueces metan la pata hasta el fondo y se vayan de rositas, o pedir que los años de cárcel sean años de verdad, en lugar de algo más parecido a puntos.

Otro argumento en contra está basado en el ridículo de la situación. ¿Acaso no hemos tenido totalitarismo de sobra a lo largo del siglo XX, como para ir por ahí solicitando, pancarta en mano, que se recorten nuestros derechos civiles?

Otro más, éste de tipo práctico: mayores penas no reducen el número de delitos ni su intensidad. Parece mentira que haya que aclararlo…

Entiendo perfectamente que a los familiares y amigos de las víctimas lo que les pida el cuerpo sea ahorcar a éstos individuos en la plaza del pueblo. Sin embargo eso hoy no puede hacerse, y existen motivos para ello. Es más, estoy seguro de que si se les permitiese dar rienda suelta a sus instintos, más de uno y más de dos iban a acabar más abatidos aún de lo que están ahora.

Personalmente, se me caería la cara de vergüenza si en el futuro tengo que explicarle a un hijo, o a un nieto, o incluso a un mochilero alemán, que en España hay cadena perpetua porque un puto macarra mató a su novia y logró así acojonar a medio país.

Y ahora, para que vean ustedes que soy un tipo leído, les dejo una cita, atribuida a Benjamín Franklin que aprendí de un videojuego:
“Cualquier sociedad que renuncie a un poco de libertad para obtener algo de seguridad no se merece ni una ni otra, y acabará perdiendo ambas”.

por Ponga un mostrenco en su vida
Jueves, 26 Febrero 2009

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estoy totalmente de acuerdo contigo, pero siempre hay esas mentes que se dejan llevar por la corriente de los medios televisivos y todos esos programillas de cotilleo y lleno de incultura, que lo único que hacen es enseñar al mundo lo ridiculamente incultos que somos, prefieren ver como se divorcian, se lian, de separan, se riñen....todos esos diría yo "vividores", en vez de saber quien escribio Madame Bobary o quien era el Sha de Persia. En mi blog he dedicado dos post está semana a este tema de Marta y la cadena perpetua, y se ma han tirado al cuello, creo que hay muchos en este pais que no entienden que existe una libertad de expresión y pensmiento, y que po mucho que lo intentesn nadie me hará cambiar de opinion.Si quieres te puedes pasar. Un beso Marian

http://marola77.wordpress.com/