Astérix en los Juegos Olímpicos (2008)
No he podido resistirme. Tenía yo curiosidad por ver ‘Astérix en los Juegos Olímpicos’ sólo por comprobar si esos sucesivos puestos que ha conseguido en lo más alto de nuestra taquilla desde que fue estrenada en España eran merecidos.
Confieso que mi curiosidad era escéptica porque las anteriores entregas de esta trilogía se me quedaron en el seso como un encomiable esfuerzo del cine francés por hacer unas adaptaciones cinematográficas que fueran dignas homenajeadoras de las historias comiqueras de René Goscinny y Albert Uderzo (tirando para ello la casa por la ventana con pasta para empapelar un triplex y vendiéndolas como superproducciones), pero que se quedaban a medias en el intento. Al menos bajo el punto de vista de un espectador adulto como yo, porque estoy completamente seguro que estas cintas han hecho, y harán si continúa la saga, las delicias del público infantil.
Pues bien, a los padres sufridores que se chupan todo filme para pequeñajos que echen en la cartelera os diré que esta nueva entrega sigue la misma línea de sus predecesoras, a pesar de que las tres adaptaciones han pasado por las manos de 4 directores distintos. Encontraréis muchas bromas cándidas, clásicas caídas tontas de manual, gags que harán desternillarse a tus pequeños, cameos de famosos reconocibles (¿quién no conoce a Michael Schumacher, Zinedine Zidane o Tony Parker?), y mogollón de graciosillos mamporros marca Obélix o efectos pocimeros tentativamente recreados en fx a imagen de las viñetas inspiradoras.
Eso satisface plenamente el interés de aquellas criaturillas inocentes (bueno, hay cada cafre ….) que tenéis en casa, y a mí me ha cubierto en algunos momentos la pequeña parte infantil que aún conserva mi cerebro, pero no hay que negar la evidencia y estando ya madurito no puedo evitar sacarle defectos a esta película con mis ojos adultos. Porque esta secuela sigue fallando en lo mismo que las anteriores cintas de la franquicia: comienza muy prometedora pero cuando se ha comido menos de la mitad de su metraje empieza a dispersarse sin razón, pareciendo los minutos horas, y continúa descabezada hasta concluir la aventura que toca sin apenas darnos cuenta.
Y no quiero entrar en el tema de si es fiel o no al cómic original del mismo título porque si no esta adaptación tendría poca molla por donde cogerla. Junto al de ’Las doce pruebas de Astérix’ son leyendas vivas de la historia de estos entrañables personajes, así que si se metía mano a tan emblemático cómic era para haberlo hecho bien, de lo contrario hubiese sido preferible coger cualquier otra aventura de Astérix y Obélix más moldeable por el guionista de turno y haberla destrozado con mayor tranquilidad (aunque no creo que la productora esté muy nerviosa que digamos por el ‘retoque’ porque el dinero está entrando en la cuenta en fila india).
Las gracias que recurren a hechos actuales no me gustan (las veo fuera de lugar); el narcisismo del personaje del César interpretado por Alain Delon en una cierta parodia de sí mismo tampoco me gusta; el actor que interpreta a Astérix (ahora Clovis Cornillac) sigue sin gustarme (Astérix es mucho más bajo que Obélix); reniego del Idéfix peliculero porque es el doble de grande que el original comiquero (a punto han estado de poner un pastor alemán pintado de blanco), …, y así podría seguir rellenando la crítica con unas cuantas frases más sobre lo que no me gusta de este filme.
Lo único que se salva de una quema promovida por aquellos que han crecido con los tomos de pasta dura de los personajes de Goscinny y Uderzo es la actuación de Gerard Depardieu que consigue dar vida con acierto a un entrañable Obélix, quizás con menos kilos de los necesarios. La aparición de Santiago Segura y del resto de ‘figurantes’ que se disfrazan como los aldeanos del reducto galo son una anécdota. El Brutus de Benoit Poelvoorde me irrita.
Poco más puedo decir porque hay poco que trinchar. La conclusión que saco después de haber visto esta película y leer los datos de la taquilla española es la misma que he sacado cuando he analizado otros productos cinematográficos infantiles: nuestros pequeños son un negocio fructífero en el que invierten, e invertirán cada vez más, las productoras de cines, salga como salga ese producto.
Críticas Portada
Yul B. 28 de Febrero de 2008
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