Por todo aquello que sentí contigo
mis huesos arden a pesar del otoño.
Mis manos vuelan desde entonces en busca de otras manos,
recorriendo incansables los años ya vividos pero
el tiempo no revive las cosas y tú has olvidado
así que te me escapas un poco cada día
a través del cristal del espejo de los años.
Si alguna vez nos reencontramos
libres de cargas reflexivas,
acercaremos esos horizontes
para que nuestros cuerpos no jueguen con distancias
y que el destino resulte persuasivo
en esa mi soledad tan persistente.
Para salvar el instante
para que la vida tenga consistencia
tendremos que aprender a no dolernos
y para salvar hoy ese futuro sin presente,
deberemos, como decía Rilke, absorber y vivir nuestros destinos
para que ese futuro salga de nosotros
y no nos esclavice.
Escrito por Musaraña
Sto. Domingo (Chile) 04.02.1996
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