martes, 18 de septiembre de 2007

No culpo a la noche que ha cerrado la tarde

No culpo a la noche que ha cerrado la tarde
ni culpo al cielo atiznado
ni a las nubes que enrojecen y arden
ni al olivo que cobija al mochuelo
ni tan siquiera culpo a los culpables.

-Deja de suspirar tras los cristales-
el apagón del sol se ha producido
cuando el mochuelo aún calla en el olivo
se está cuajando el campo de negro y de penumbra
y la luna menguante se niega a aparecer.

Las sombras invaden el recinto –suspirar otra vez,
con rápido gesto apartas de tu frente la melena
¿o es tu pensamiento? –

Esperas en silencio que el recuerdo surja
lo cuidas y lo inventas otra vez
Tu cuerpo se esponja con agua de mar cálido
te sientes Danae dorada por la lluvia.

Aleteando por ese mundo acuático
tu boca se abre, se sonríe
tus pies desandan un camino tiempo ha recorrido

No culpo a tu mejilla por darme ahora la espalda,
ni a tus ojos, ni a tus manos, ni a nadie.
Tiene la culpa el aire.

Escrito por Musaraña
Benacazón 25.01.1995

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