El luchador (The wrestler 2008)
Dirección: Darren Aronofsky.
País: USA. Año: 2008. Duración: 115 min.
Género: Drama.
Interpretación: Mickey Rourke (Randy Robinson), Marisa Tomei (Cassidy), Evan Rachel Wood (Stephanie), Ernest Miller.
Guión: Robert Siegel.
Producción: Darren Aronofsky y Scott Franklin.
Música: Clint Mansell.
Fotografía: Maryse Alberti.
Montaje: Andrew Weisblum.
Diseño de producción: Timothy Grimes.
Vestuario: Amy Westcott.
País: USA. Año: 2008. Duración: 115 min.
Género: Drama.
Interpretación: Mickey Rourke (Randy Robinson), Marisa Tomei (Cassidy), Evan Rachel Wood (Stephanie), Ernest Miller.
Guión: Robert Siegel.
Producción: Darren Aronofsky y Scott Franklin.
Música: Clint Mansell.
Fotografía: Maryse Alberti.
Montaje: Andrew Weisblum.
Diseño de producción: Timothy Grimes.
Vestuario: Amy Westcott.
Esta película confirma que Mickey Rourke ha vuelto. Tiene la cara operada de tal manera que a ratos se parece a Carmen de Mairena, pero hay brillo en sus ojos, en su expresión y transmite mucho con su cuerpo, con sus andares.
La película huye de cualquier glamour, con una puesta en escena austera, cámara en ristre, buenos intérpretes y una historia interesante nos hace pasar un rato muy entretenido, viendo las andanzas de Randy Robinson, alias The Ram, un luchador que hace 20 años era un héroe, tanto que los jóvenes forraban las paredes de sus cuartos con su retrato y que ahora 20 años después sobrevive como buenamente puede, viviendo alquilado en una roulette que a veces no puede pagar, trabajando en un fábrica y destinando los fines de semana a subirse a un ring, donde interpretar su personaje, junto a otros forzudos, que ponen en escenas, acrobacias circenses, patadas voladoras, saltos desde la esquina, ficcionando una lucha que no es tal, ante un público entregado.
Randy tiene una hija a la que no ha visto desde que era niña, y con la cual quiere restablecer el contacto cuando el primero sufre un infarto que está a punto de matarlo. La hija acepta y parece que entre los dos puede haber algo. A su vez Randy frecuenta un bar de chicas que bailan sobre una barra, y allí va a seducir a Cassidy, la cual con el paso del tiempo, pasa de tratarlo como un cliente a considerarlo un amigo con derecho a roce. Cassidy a su vez, tiene familia, y no ve la manera de insertar a Randy en su vida, ni si será una buena idea.
La historia de Randy emociona y conmueve, porque es una historia de perdedores, de gente que ya no es famosa, ni conocida, que tiene que echar para adelante, de cualquiera manera, sin tener nadie cerca, con curros de mierda de jefes odiosos. Randy está cascado debe dejar el ring, pasar página, pero lo que se le ofrece; empleado cara al público de una charcutería no pinta bien. Randy fue una estrella, y no quiere resignarse a eso. No puede verse con un mono blanco y una redecilla sirviendo salami y ensalada, porque lo suyo es la pelea, la lucha, y ese y no otro es su mundo, porque fuera del ring, según él no hay nada que valga la pena, cuando quede claro que sus cagadas constantes no permitirán una relación con su hija, ni nada serio con Cassidy.
Rourke acapara todas las escenas, devora la pantalla con sus ojos, se desnuda física y emocionalmente para ofrecernos la visión de un hombre roto, que sigue luchando, que lleva un sonotone porque no oye bien de un oído, que debe tomar rayos uva para lucir bien, teñir su melena rubia, para dar buena imagen frente a su público e inflarse a pastillas para lucir buenos músculos, que no encuentra consuelo en ningún regazo, pero que tiene la lucidez suficiente para no echar balones fuera, pues admite que si está en esa situación es porque se lo ha buscado.. de ahí que a su hija solo le pide que no le odie, nada más.
Darren Aronofsky no hace experimentos visuales, sino que en la puesta en escena prima la sobriedad. La cámara sigue al personaje en sus momentos más íntimos mostrando su derrumbe físico, mientras va recibiendo portazos en las narices, que él va encajando con maestría. Hay momentos gloriosos como ese en el que Randy debe atravesar la puerta que le enfrentará a su público (los clientes del supermercado), y lo que experimenta es una situación parecida a cuando debe subir al ring.
El luchador es una película triste, impactante y conmovedora, donde todo es tan verosímil que incluso indigesta. Me dan ganas de abrazar a Randy, y ofrecerle un hombro en el que llorar, porque eso y no otra cosa es lo que necesita, algo que cada vez precisa más gente; compañía y afecto en una sociedad podrida por el dinero.
Quienes se interesen por los premios decir que Mickey Rourke y Marisa Tomei optan a Mejor actor y Mejor actriz secundaria, por sus interpretaciones en los Oscar 2009. Además The Wrestler se llevó el León de Oro en la 65ª Festival Internacional de Cine de Venecia. Merecido.
por Popeye Doyle
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