Se levanta el sol emborronado
y la luz, aún difusa,
elabora despacio los perfiles de las cosas.
Los árboles, las casas, los matojos
o ese perro sarnoso que rasca sin parar su esquelético lomo.
Aparecen por fin y pasado ese instante
brillan con luz y sombra propias.
En la puerta dos geranios y una gitanilla
que hace cosa de nada carecían de color
alardean ahora en rosa, blanco y azulado.
Y justo enfrente de la casa
en una parcela no mayor de media hectárea,
blanquean florecidos los frutales, su siembra a tresbolillo
rompiendo ese monótono color de verde olivo.
Se ha transfigurado todo en poco tiempo
y el sol es el culpable.
Hoy se ha levantado más temprano
y ha dejado las cosas cotidianas
como si dijéramos, con el culo al aire.
Escrito por Musaraña
Benacazón 20.03.1991
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