jueves, 22 de diciembre de 2011

PERFILES DE LOS MINISTROS DE RAJOY

El cerebro que prepara los papeles al jefe; discreta y eficaz 
Mano derecha de Rajoy, ha coordinado el traspaso de poderes y es eficaz y discreta.
 Sáez de Santamaría llegó a la política por casualidad.

Soraya Sáenz de Santamaría (Valladolid, 1971) llegó a la política por casualidad. Era una brillante abogada del Estado en León, y envió su currículum a Paco Villar, el veterano jefe de gabinete de Rajoy, recientemente fallecido. A Villar le gustó, ella acudió en autobús a Madrid, y la fichó para el equipo del entonces ministro de Administraciones Públicas. La nombrada vicepresidenta primera, ministra portavoz del Gobierno y ministra de Presidencia ni era del PP ni tenía trayectoria política. Algunos no descartan que hubiera votado al PSOE alguna vez. Pero era eficaz y discreta, dos cualidades muy apreciadas por Rajoy. Enseguida fue ascendiendo en la confianza del líder gracias a su especialidad: preparaba como nadie los papeles para “el jefe”, como suele llamarle. Organizada, inasequible al desaliento y absolutamente fiel, una auténtica creación política, desde el principio, de Rajoy y Villar. 

En 2004, Rajoy acababa de ser elegido sucesor de Aznar. Apenas tenía equipo de fieles. No había marianistas. Él había heredado casi todo de Aznar, también su estructura, su entorno. Casi todos los que le habían apoyado para que fuera el sucesor –Eduardo Zaplana, Carlos Aragonés- eran aznaristas de pura cepa. Aunque era el líder, tenía poco margen para hacer unas listas propias. Y utilizó esa pequeña discreción para incluir a Sáenz de Santamaría en la lista de Madrid en el puesto 18. Los resultados fueron malos. Mucho peores de lo esperado. La derrota no se había contemplado. Y Sáenz de Santamaría no salió. Pero se quedó a la espera y entró en el Congreso poco después, cuando Rodrigo Rato dejó la política para irse a dirigir el Fondo Monetario Internacional. Rajoy ya dio muestras de que contaba con ella. 

En el Congreso de 2004, el primero en el que empezaba a tomar el poder, la colocó en la cúpula como secretaria de Política Autonómica y Local. Estaba arriba, pero no en primera fila: nunca estuvo en las reuniones de maitines, donde se debatía la alta política del PP. Allí seguían siendo todo trajes y corbatas: siete hombres, veteranos ex ministros de Aznar, a los que se sumaba Alberto Ruiz Gallardón. Pero ella siguió ascendiendo discretamente. Siempre con eficacia, trabajo y discreción -y con muy poco perfil político, huyendo de los titulares- fue creciendo. Siempre a la sombra del líder, recorrió toda España para conocer el partido, se fue haciendo respetar siempre con su especialidad: los papeles y la asesoría discreta. La resolución de problemas. 

Hasta que en 2008 Rajoy decidió romper con el aznarismo y la nombró su portavoz parlamentaria. Una mujer que se casó por lo civil en Brasil y prometía y no juraba su cargo de diputada daba una imagen de modernidad opuesta al PP tradicional. "Todo el mundo tiene derecho a una oportunidad", dijo Rajoy el día que la nombró ante las miradas escépticas de los veteranos. 

Sin arriesgar pero con mucha preparación y trabajo -sus intervenciones de control al Gobierno las estudiaba a conciencia-, y gracias a la posibilidad de consultar desde la cercanía a Rajoy, ha ido consolidando una buena imagen en las encuestas. Primero logró varios éxitos parlamentarios frente a María Teresa Fernández de la Vega, a la que desquiciaba con su estilo acusador. Poco a poco, los veteranos empezaron a asumir algo que les costó: ella tiene el poder, Rajoy se lo dio, y decidió ejercerlo a su nivel, como jefa del grupo parlamentario. Eso sí, siempre con mucha cautela para no pisar charcos, evitando preguntas comprometidas ante la prensa. Ahora, cuando acaba de ser madre, le llega el momento de la verdad. Nadie duda de su enorme capacidad de trabajo. Pero no se ha puesto a prueba aún su nivel político en un Gobierno. Ahora tendrá el poder de verdad, no el de la oposición, y deberá ejercerlo en circunstancias difíciles y lidiar de nuevo con muchos veteranos. Llegó el momento de mojarse. Carlos E. Cué

El elegido para dirigir el ajuste
Responsable económico del PP en 2004, ya entonces estaba llamado a ocupar Economía
 Luis de Guindos.
La tarde anterior a que Mariano Rajoy le confirmara que iba a ocupar la cartera de Economía y Competitividad, Luis de Guindos ejercía con aparente calma sus compromisos habituales como directivo del Instituto de Empresa (IE) y consejero de varias entidades. Posiblemente la procesión iba por dentro y, por si acaso, no quitaba la vista del móvil mientras cumplía con alguna cita previamente concertada. No obstante, dejaba escapar un hilo de oculta relajación que la debida discreción le impedía esclarecer. Quizá el hecho de que, desde que el PP ganó las elecciones, haya hablado tres veces con el nuevo presidente era la mejor señal para intuir que sería el hombre encargado de llevar a cabo el ajuste anunciado por Rajoy.
De Guindos ha estado en todas las quinielas para ocupar el cargo desde bastante antes de que las encuestas vaticinaran la victoria del PP. Este hombre fue responsable del programa económico del PP en las elecciones de 2004 y ya entonces estaba llamado a ocupar la cartera que ahora le llega, aunque ocho años después quizá a él le hubiera gustado más ser gobernador del Banco de España, cargo que queda vacante en julio.
La vuelta al mundo privado tras la inesperada derrota de 2004, le llevó, pasado un prudencial tiempo, al comité ejecutivo mundial y a la presidencia ejecutiva del banco de inversión norteamericano Lehman Brothers para España y Portugal. Dejó el cargo poco después del escándalo de las subprime que hizo saltar por los aires la entidad, una de los cinco bancos de inversión más grandes del mundo, y originó un terremoto en la economía mundial.
Ese paso fue traumático y supuso un borrón negro en su carrera que posiblemente ahora le vaya a marcar. Más tarde saltó a la división financiera de PwC, responsabilidad que dejó pronto, y con la que, no obstante, mantiene una relación contractual como director del Centro del Sector Financiero que patrocina junto al IE. Además de eso es consejero de la eléctrica Endesa, Unedisa (editora de El Mundo y Expansión, entre otros medios) y Banco Mare Nostrum (BMN, encabezado por la antigua Caja Murcia), y Logista, lo que seguramente le obligará a abstenerse, por conflicto de intereses, en algunas decisiones sobre política energética, de comunicación o financiera en la que se vea involucrado.
El nuevo responsable de los destinos económicos del país, que se ganó el prestigio en los ocho años de Gobierno de Aznar como escudero del vicepresidente Rodrigo Rato, ha sido una de las pocas personas a las que ha recurrido Rajoy para aprender y entender de economía durante estos últimos años de oposición. Sus reuniones eran habituales y De Guindos, que goza de fama de paciente, nunca puso pegas a hacer de maestro en la materia del futuro presidente. Todo eso, y que además habla un buen inglés, habrá visto Rajoy en él para darle toda la confianza en un momento tan crítico como el presente. Y hay quien asegura que pensó en él para presidir Caja Madrid cuando las espadas estaban en todo lo alto dentro del PP para sustituir a Miguel Blesa. La responsabilidad finalmente recayó en Rato, en quien De Guindos deposita total veneración. De Guindos recientemente coordinó un libro titulado España, claves de prosperidad editado por Faes y prólogo de José María Aznar en el que hace un repaso de alabanza a los ocho años de Gobierno del PP, con especial incidencia en la entrada en el euro y el saneamiento de las cuentas públicas.
Nacido en Madrid, Luis de Guindos Jurado cumplirá 52 años el 16 de enero. Es sufridor del Atlético de Madrid y muy buen jugador de tenis, deporte que practica con asiduidad y en el que ha ganado algunas competiciones de aficionados. Casado,con una hija y un hijo que han seguido sus pasos en la carrera de Económicas, se licenció en el Colegio Universitario de Estudios Financieros (CUNEF), donde fue premio extraordinario fin de carrera y, probablemente, con la colección más numerosa de matrículas de honor. Se identifica con la escuela liberal, muy bebido en las teorías de Von Hayek.
Ante todo, es un hombre abierto, dialogante, de mirada franca, dispuesto a colaborar siempre que esté en su mano. Eso le ha valido el aprecio de la prensa y, que, por ejemplo, recibiera el reconocimiento de la Asociación de Periodistas de Información Económica (APIE) como socio de honor tras dejar el Gobierno en 2004. También tiene muy buen cartel entre sus colegas de profesión. Sabe que lo que se le viene encima es de órdago a la grande, pero se vaciará en el empeño. Nada es nuevo para él. Ha seguido muy de cerca la actualidad nacional e internacional, es habitual en las conferencias como referencia de la derecha civilizada y conoce perfectamente los entresijos del ministerio.
Por si acaso, en declaraciones previas a la formación de Gobierno e incluso alas elecciones, ya ha puesto vendas en algunas heridas advirtiendo, además, que “esto no es 1996”, cuando la economía que heredaba el PP estaba bastante bien encauzada por la política aplicada por Pedro Solbes. Sabe que hay que acabar la reestructuración financiera -tendrá que decidir si se constituye un banco malo, del que es partidario- y que se avecina una nueva oleada de fusiones, se impone el reto de reducir el déficit, mantener duras políticas de gasto y abordar las reformas estructurales que faltan, como la laboral, que precisamente quiso hacer en 2002 sin éxito.
Con 23 años era técnico comercial y economista del Estado. Tras pasar cuatro años por el Ministerio de Economía, se incorporó al equipo de la sociedad de valores y bolsa AB Asesores donde dirigió el negocio de gestión de activos y de asesoramiento patrimonial, además de comprar un paquete de acciones. Pero las vendió para volver al Ministerio como director general de Política Económica y Defensa de la Competencia en 1996 bajo el mando de Rato justo antes de que los fundadores de la empresa dieran el pelotazo con la venta multimillonaria a Morgan Stanley. Quizá la pasión por la política, aunque no sea militante, le llevara entonces y le lleva ahora a aceptar retos como este sin importarle demasiado los emolumentos y, aun a costa de salir perdiendo con el cambio.
Metido en la harina ministerial, participó en la preparación de España para la entrada en el euro, donde trabajó mano a mano con Cristóbal Montoro, Jaime Caruana, José Folgado y Elvira Rodríguez, entre otros. En la segunda legislatura popular ocuparía la Secretaría de Estado de Economía, pero antes tuvo una de las actuaciones que le dio fama de no casarse con nadie al imponer unas condiciones leoninas a la fusión de Iberdrola y Endesa que dieron al traste con ella.

El técnico que se convirtió en la voz económica del PP
La base de su pensamiento está en sintonía con las peticiones de las organizaciones empresariales

Cristobal Montoro, en su escaño el pasado lunes durante la sesión de investidura de Rajoy.
 
Cristóbal Montoro Romero (Jaén, 1950) es un tipo soso, aburrido... repetible. Lo ha definido así quien mejor lo conoce: el propio Cristóbal Montoro. Doctor en Ciencias Económicas y Empresariales por la Universidad Autónoma de Madrid, catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Cantabria, diputado en cinco legislaturas, exministro de Hacienda (2000-2004) y exeurodiputado, Montoro ha sido la voz del PP en cuestiones económicas en los últimos tres años. Ahora estaba en todas las quinielas para formar parte del Gobierno del PP y Rajoy le ha elegido como ministro de Hacienda y Administraciones Públicas.
"Cuenta con posibilidades", aseguraba un excompañero de Gabinete antes del anuncio. Porque Montoro cuenta con una amplia hoja de servicios. En ella se incluye la autoría de los sucesivos planes liberalizadores del PP y los ajustes últimos para la incorporación de España a la unión monetaria europea en 1999, bajo la batuta del entonces vicepresidente Rodrigo Rato. "Cristóbal es de los de primera hora, de los del 93, del clan inicial, no de los del 96", aseguraba otro exministro de Aznar. Entre sus puntos débiles está que no domina idiomas. No es un asunto menor. Está casado y es padre de dos hijas.
Pero si no conecta con la modernidad en materia de idiomas, la base de su pensamiento sí está en sintonía con la ola de peticiones que llegan desde las organizaciones empresariales. En los 90, Montoro ya proponía el freno a la presión fiscal, la flexibilidad en el mercado de trabajo y la contención salarial. Sin medias tintas. Montoro, que en los últimos tiempos ha añadido barniz político al perfil profesoral y técnico, tiene facilidad, aseguran, para explicar de forma pedagógica cuestiones económicas arduas. Lo que no significa que siempre acierte en sus análisis y exposiciones.
Todavía hay quien recuerda cómo siendo secretario de Estado de Hacienda logró hundir la cotización en Bolsa de los grandes bancos al advertir, en plena crisis asiática, de los riesgos asumidos por las entidades en América Latina. Fue un lunar que llegó a convertirse en absceso con el caso Gescartera. Por resumir: una agencia de valores que estafó 120 millones de euros a miles de inversores y que tenía como mascarón de proa (presidenta) a la hermana del secretario de Estado de Hacienda de entonces, Enrique Giménez-Reyna, subordinado de Montoro. El secretario de Estado se vio obligado a dimitir y su hermana fue condenada a tres años y medio de cárcel.
Santiago Carcar

Un veterano fiel para el fin de ETA
Rajoy apuesta por este político con más de 30 años de experiencia para afrontar el final de ETA
 Jorge Fernández Diaz, nuevo ministro del Interior

Rodeado de periodistas, en la cena de Navidad del partido, Jorge Fernández Díaz (Valladolid, 1950) soportó estoicamente el pasado 15 de diciembre en un restaurante en el Puerto Olímpico de Barcelona una cascada interminable de preguntas para lograr algo de luz sobre los futuros planes de Mariano Rajoy en la composición de su Gobierno. De pie y sin pestañear, aguantó con una educación exquisita todas las cuestiones sin apenas moverse ni acercarse a un canapé. Jesús Posada acababa de ser nombrado presidente del Congreso y él se había caído de forma inesperada de esa quiniela. Pero se abría otro interrogante ¿Sería por fin este hombre tranquilo e íntimo amigo de Rajoy finalmente ministro? No se sabía entonces pero estaba claro que le esperaban cotas de responsabilidad más altas.
Rajoy ha decidido encomendar el enorme desafío de afrontar el final de ETA a este hombre con una larguísima carrera política y tremenda experiencia en la que ha visto, como suele decir, casi de todo. Nacido en Valladolid pero educado en Cataluña desde los tres años, Fernández Díaz es uno de los políticos más longevos en primera línea desde la democracia. Ingeniero industrial, casado y padre de dos hijos, fue nombrado en 1980 delegado de Trabajo en Barcelona y luego gobernador civil de Asturias. Fue, recuerda, en pleno verano y con las maletas a punto para irse de vacaciones. Vivió el 23-F en el Gobierno Civil de Oviedo y poco después fue designado gobernador civil de Barcelona. No tuvo reparos en abandonar ese cargo meses después para concurrir, sin éxito, a las elecciones de 1982 por el CDS. Luego ya empezó a militar en Alianza Popular. Tiene en su palmarés todos los cargos posibles: ha sido concejal, diputado autonómico, el Congreso, senador, secretario de Estado, vicepresidente del Congreso y ahora ministro ¿Puede alguien igualarlo?

De talante moderado,
el ex vicepresidente del Congreso siempre ha destacado por ser un político dialogante

El catedrático de Historia de la Universidad de Barcelona, Joan B. Culla, autor del libro La derecha española en Cataluña, afirma que la gran virtud de Fernández Díaz es que ha cumplido esta máxima: resistir es vencer. Y debe tener razón porque el nuevo ministro compitió en 1988 con Jordi Pujol o en 1993 con Miquel Roca como candidato a la presidencia de la Generalitat. Los dos políticos convergentes retirados desde hace años.
De talante moderado y dialogante hasta el punto que sectores de su partido le tacharon de ser el popular más convergente, Fernández Díaz se ha alejado siempre del ruido y de las campañas anticatalanas más agresivas. La reciente campaña electoral ha sido un buen ejemplo: envió mensajes suaves y marcó su propio ritmo en dos asuntos conflictivos: defendió que la inmersión había funcionado de forma razonable y con éxito -“Eso no quita que se puede reformar y favorecer el trilingüismo”- y quiso subrayar que él no va ni le gustan las corridas de toros. “Pero no las hubiera prohibido”, dijo. Tiene una buena relación con el democristiano Josep Antoni Duran Lleida y comparte con él la filosofía de que la solidaridad fiscal entre territorios, como ocurre en Alemania, debe tener límites.
De profundas convicciones religiosas –Suele utlizar la coletilla: “Dios mediante”- y próximo al Opus Dei, Fernández Diaz ha trazado su carrera cerca de Rajoy quien, en su época de ministro, le nombró dos veces Secretario de Estado: primero en Administraciones Públicas y después en Educación y Universidades. Destituido por la cúpula del partido como presidente del PP en 1990 en beneficio del corrosivo Alejo Vidal-Quadras, Fernández Díaz supo luego pactar y seguir en la cuerda. Siempre, de hecho, junto a su hermano Alberto, ha estado en el epicentro del PP catalán dirigiéndolo con permiso ahora, por supuesto de Alicia Sánchez Camacho. Tienta años después de debutar en política, Jorge y Alberto cosechan sus grandes recoger éxitos: uno en el Gobierno y el otro, a un paso de firmar una alianza en el Ayuntamiento de Barcelona si es que las relaciones entre los dos partidos no acaban reventando. Hoy, ocho días después de la copa navideña de Barcelona, el ministro seguro que podría contestar mucho más tranquilo. Pero consciente de que culmina su carrera con el enorme reto de afrontar el final de ETA.
Àngels Piñol

Una vida en el paracaídas
El alcalde de Madrid esperó en vano durante años el salto a la política nacional
Su doble perfil despierta simpatías en la izquierda y desconfianza en un sector de la derecha
Botella será la primera alcaldesa de Madrid
 Alberto Ruiz Gallardón

Por primera vez desde que, hace casi dos décadas, dejó los bancos de la oposición y pasó a los de gobierno, Alberto Ruiz-Gallardón (Madrid, 1958) será un segundo, un subordinado: tendrá que obedecer órdenes. Ya no será el jefe, ahora tendrá uno. Una de las incógnitas del nuevo Ejecutivo es cómo responderá a eso alguien que lleva ya muchos años acostumbrado a mandar y a decidir. Alguien que de joven soñaba con ser pianista —siempre ha dicho que eso es realmente lo que habría querido ser— y que dejó los estudios de piano cuando se dio cuenta de que nunca sería un número uno. Y alguien, en fin, que llevó el traje de “verso suelto” dentro de su partido, el PP. ¿Aún lo guarda?
La de Ruiz-Gallardón —casado con Mar Utrera, padre de cuatro hijos varones— es una vida escrita con cargos públicos: militante de Alianza Popular desde los 18 años y con plaza de fiscal (que no ejerció) desde los 23, la serie es esta: a los 24, concejal del Ayuntamiento de Madrid —haciéndole la oposición a Enrique Tierno Galván—; a los 36, presidente de la Comunidad de Madrid; a los 44, alcalde de la ciudad de sus padres y sus hijos; a los 53, ministro de Justicia en el Gobierno que siempre aspiró a presidir.
No todo han sido éxitos, ni mucho menos. Para empezar, porque el poder solo llegó tras 12 largos años chupando banquillo en la oposición. Y, además, porque el vuelo de ascenso se quebró dos veces. Después de despreciar la política interna de partido durante años, cuando intentó ganárselo se estrelló: en 2004 perdió de largo en su pugna por controlar el PP madrileño frente a Esperanza Aguirre; en 2008 vivió la humillante experiencia de ser descartado a última hora por Mariano Rajoy en sus listas al Congreso, tras postularse abiertamente y con Aguirre de testigo-verdugo.
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Esos dos momentos, más la aventura fallida —dos veces— de la candidatura olímpica para Madrid están en su debe personal, son sus espinas. Pero algunos que lo conocen bien aseguran que el alcalde, ya ministro, no es el mismo que hace cuatro años, cuando llegó a anunciarles que se retiraba de la vida pública tras el desplante inesperado de Rajoy. “Por primera vez le hace ilusión ser Gobierno, no ser presidente del Gobierno”, dicen.
El hombre que nunca aplaude con las dos manos, sino siempre con la derecha golpeando en la izquierda, ha cultivado esos dos lados que partidarios y detractores le adjudican como quieren.
La cara "izquierda": inventó la narcosala en el mayor poblado chabolista de Madrid, autorizó la dispensación gratuita de la píldora del día después, casó a una pareja gay cuando el PP se oponía a ello, abrió la vida cultural madrileña a los artistas tradicionalmente enfrentados a la derecha, le soltó a su partido aquel -tímido, pero insólito entre los populares- “algo habremos hecho mal” tras la derrota de 2004... La cara "derecha": nunca ha dejado de ser puro PP (llegó a él de la mano de su padre y de Manuel Fraga). Abraza sin discusión la visión liberal de la economía, la gestión privada de los servicios públicos. Aunque no abraza la bajada de impuestos -los subió desde el primer día en el Consistorio- ni el sagrado déficit cero -abanderó una política de deuda pública de la que ahora, aparentemente, tendrá que renegar-.
La más dura adversaria la ha tenido en su partido: Esperanza Aguirre. Su hombre más fiel, también: Manuel Cobo. Deja en el Ayuntamiento de Madrid una herencia de grandes obras nunca antes acometidas, que cambiaron la cara de la capital, y la mayor deuda de todos los municipios españoles. También deja a Ana Botella de alcaldesa.
Ruiz-Gallardón, paracaidista en la mili, vive en la misma casa del centro de Madrid en la que nació y creció. No le gusta el fútbol ni los toros (ni las procesiones de Semana Santa). Le apasionan las motos, los coches, lee cómics de Tintín. Pero, por encima de todo, escucha música —y, según dice, no es capaz de hacer nada más en ese momento: se sienta o se tumba, y escucha—. La situación más dura que le ha tocado vivir en su vida pública no tuvo que ver con ambiciones personales: se llama 11-M.
Desde hace años felicita las fiestas navideñas con versos o citas célebres en las que esconde mensajes subliminales (generalmente, más que obvios). En la Navidad de 2003, tras ser obligado por José María Aznar a concurrir de candidato a alcalde y, a continuación, ser descartado por él como aspirante a sucederlo —entonces aún soñaba que ocurriría—, en la postal habló Rilke: “El que ha osado volar como los pájaros, una cosa más debe aprender: a caer”. Esos versos se han dado la vuelta: después de aquella caída, el ministro Gallardón emprende ahora otro vuelo. El paracaidista nunca llegó a tocar tierra.
Vera Gutiérrez Calvo

 El abogado europeísta
La dilatada trayectoria de del eurodiputado bascula entre la administración y la política comunitaria
 José Manuel García-Margallo


La trayectoria de José Manuel García-Margallo Marfil (Madrid, 1944) bascula entre la Administración y la política europea. Licenciado en Derecho y máster en Leyes por la Universidad de Harvard, el político, abogado de profesión, inició su carrera en la estructura del Estado como inspector de Hacienda. Llegó al Congreso como diputado en 1977, con la UCD de Adolfo Suárez, y en 1989 se incorporó al PP. Fue portavoz de Economía y Hacienda (1986-1994) del partido en la Cámara baja. Después, dio el salto a Bruselas.
Allí, alejado de la confrontación y las estridencias de la política nacional, este hombre de formas amables y frases directas se hizo cargo de la vicepresidencia de la comisión de Asuntos Económicos y Monetarios del Parlamento comunitario, donde cerró filas con los socialistas para defender el corredor ferroviario mediterráneo.
En uno de sus últimos artículos en EL PAÍS, donde es colaborador asiduo, el eurodiputado se mostraba partidario de un Tesoro europeo con la potestad de emitir eurobonos para combatir la crisis de la moneda única. De talante conciliador, García-Margallo es amigo de Mariano Rajoy desde hace años y goza de su confianza, a pesar de que no trabajó con él durante la etapa de Gobierno de Aznar.

Un empresario vasco para los apuros presupuestarios de Defensa
Secretario de Estado de Seguridad tres veces, era interlocutor informal con el ministerio de Chacón

 Pedro Morenés fue secretario de Estado de Seguridad con Mariano Rajoy

El ministro de Defensa, Pedro Morenés Eulate (Getxo, Vizcaya, 1948) es un viejo conocido de Mariano Rajoy, de quien fue secretario de Estado de Seguridad cuando el nuevo presidente del Gobierno era ministro del Interior, y también del Ministerio de Defensa, cuya secretaría de Estado ocupó en la primera legislatura de Aznar, con Eduardo Serra como ministro. También fue secretario de Estado en el departamento de Ciencia y Tecnología con Josep Piqué.
Licenciado en Derecho por la Universidad de Navarra y en Dirección de Empresas por la de Deusto, la mayor parte de su carrera la ha dedicado a la actividad empresarial, a la que volvió tras la victoria electoral del PSOE en 2004. Durante los últimos ocho años ha sido secretario general del Círculo de Empresarios y presidente del Consejo de Administración de Construcciones Navales del Norte. Actualmente dirige la filial española de la empresa europea de misiles MDBA y, desde hace pocas semanas, Seguribérica, la firma que presta seguridad a los atuneros españoles que faenan en el Índico.
Menos conocido es, sin embargo, que a lo largo del último año ha actuado como interlocutor informal del PP con el Ministerio de Defensa. En varias ocasiones se ha reunido con el secretario de Estado, Constantino Méndez, quien le ha facilitado información de primera mano sobre los problemas presupuestarios del departamento, que en los próximos años debe afrontar pagos por más de 30.000 millones de euros derivados de los grandes programas de armamento comprometidos en la última década. Morenés, que ha trasladado esta información a Rajoy, sabe de lo habla, ya que el sistema que ahora amenaza con colapsar –los anticipos a cuenta del Ministerio de Industria-- se puso en marcha con los primeros gobiernos del PP.
La elección de Morenés, un vasco español hasta la médula, con un perfil más de gestor que de político, significa que, en una época de recortes y restricciones presupuestarias, Rajoy ha identificado que el mayor problema al que se enfrentan las Fuerzas Armadas es cómo apretarse el cinturón sin que se resienta la operatividad. Una tarea que no resultará fácil.

Una médica para la obra pública
Esta tecnócrata es más eficaz y está más cómoda en intensas deliberaciones que dando mítines
·         Entrevista de campaña


 Ana Pastor, en una imagen datada en julio pasado.
 
Que Ana Pastor Julián (Cubillos de Pan, Zamora, 1957) iba a ser ministra en el primer Gabinete de Mariano Rajoy estaba fuera de duda. Que lo fuera a ser de Fomento es lo inesperado. Con ello esta médica de formación, funcionaria de carrera, añade un nuevo jalón a una dilatada carrera que ha tenido siempre al presidente del PP como principal valedor. Con él ha sido sucesivamente subsecretaria de Educación, de Presidencia e Interior, hasta que se convirtió en su propia jefa al asumir entre 2002 y 2004 el Ministerio de Sanidad con el último Ejecutivo de José María Aznar.
Siempre fiel a su jefe y al margen de las camarillas más visibles del PP, Pastor ha ocupado un puesto clave dentro del PP durante los más de siete años recientes de oposición como coordinadora de Participación Social del Partido Popular, encargada de temas tan espinosos últimamente como sanidad, educación o dependencia, además de vicepresidenta segunda del Congreso.
Con su nombramiento, Rajoy premia su fidelidad y reconoce su carácter de tecnócrata, más eficaz y cómoda en intensas deliberaciones o manejando fajos de papeles que dando mítines. De hecho, pese al cargo que ha ocupado en los últimos siete años, ha limitado su presencia en los medios a lo indispensable, dejando preferentemente que fueran otros quienes se pronunciaran contra la ley que permitía el matrimonio de personas del mismo sexo, la reforma de la regulación del aborto o las polémicas educativas. Cuando se le ha preguntado directamente, su discurso en estos asuntos ha sido fiel al argumentario de su partido, pero sin ir más allá.
Durante su etapa como ministra de Sanidad, completó la reforma del sistema con las transferencias a las comunidades que formaban parte del antiguo Insalud, y lideró las primeras conversaciones con los laboratorios para recortar el gasto en medicamentos –con un éxito desigual- o conseguir compensaciones a cambio. Dejó dos leyes fundamentales para el sector: la de Cohesión y Calidad del Sistema Nacional de Salud, y la de Ordenación de las Profesiones Sanitarias, que junto con la Ley General de Sanidad que aprobó Ernest Lluch son las bases –que seguramente habrá que reformar- del actual sistema. En su nuevo cargo Pastor tendrá que lidiar con los recortes en obras públicas o con su relanzamiento como medida de fomento del empleo. Que sea un área nueva para ella seguramente no le será un problema, ya que tiene una capacidad de trabajo y una dedicación que ha hecho que, matices ideológicos aparte, todos los sectores con quienes ha tratado anteriormente, sobre todo el sanitario, tengan una buena imagen de ella
Emilio de Benito


La cara andaluza del nuevo PP
Con cuatro legislaturas a sus espaldas ha participado en el traspaso de poderes

Fátima Báñez

 Sin levantar titulares, Fátima Báñez (San Juan del Puerto, Huelva, 1967) se ha ganado la confianza de Mariano Rajoy. Su carácter discreto han convertido a esta licenciada en Derecho y Empresariales en la interlocutora del PP con los sindicatos, con quienes mantiene buena relación.
Báñez inició su carrera tras ser nombrada coordinadora de la Presidencia del PP de Andalucía con Teófila Martínez, y tiene el respaldo de Javier Arenas. De ahí dio el salto al Congreso de los Diputados, donde aterrizó en el año 2000. Poco a poco, y a base de constancia, se hizo un hueco en la política nacional, hasta convertirse en una de las personas de confianza de dos baluartes del equipo de Mariano Rajoy: Soraya Sáenz de Santamaría y Cristóbal Montoro.
Casada y con dos hijos, la diputada por Huelva ha participado en las reuniones del traspaso de poderes —el llamado equipo de Soraya—, lo que hizo que fuera incluida en las quinielas ministeriales que se han realizado en las últimas semanas pese a ser una de las dirigentes más desconocidas. En su caso no ha habido decepción. A ella le corresponderá lidiar con el gran compromiso que se ha fijado Rajoy para esta legislatura: la lucha contra el desempleo.


El ministro que predijo Francia
Arias Cañete es uno de los miembros del gabinete que ya estuvo en un Gobierno de Aznar

Miguel Arias Cañete llega en moto al Congreso para la sesión de investidura 

Antes de ser nombrado ministro por Mariano Rajoy, Miguel Arias Cañete, madrileño de 61 años, casado y con tres hijos, ya pasó por miembro del gabinete español para las autoridades francesas, que lo trataron de ministro de Exteriores en la agenda oficial del titular del ramo francés, Alain Juppé. se equivocaron solo en la cartera, pues ocupará una distinta, la de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, de la que ya fue titular en 2000.
La anécdota ocurrida en Francia se explica porque Arias Cañete, uno de los hombres de confianza del presidente, se ha encargado en los últimos tiempos de representar a Rajoy en Europa en las negociaciones con Alemania y Francia para avanzar en la unión política y fiscal. Y ha resultado profética.
Como el propio presidente, es un hombre formado en el Derecho –es licenciado por la Complutense- y pasó por una oposición para convertirse en abogado del Estado. Ejerció apenas cuatro años como tal, en las localidades gaditanas de Jerez de la Frontera y Cádiz, tras lo que dejó su puesto para dedicarse a la docencia en la Universidad de Derecho de Jerez. Fue también en Cádiz donde comenzó su andadura política, en 1982, en lo que entonces era Alianza Popular.
Su carrera política le ha llevado a todo tipo de puestos: concejal, diputado autonómico, senador y europarlamentario. Su paso por Bruselas coincidió con la entrada de España en la Unión Europea. En 2000 se convertiría en ministro de Agricultura y Pesca en el segundo Gobierno de José María Aznar, cargo en el que sucedió a Jesús Posada. En esta cartera tuvo que enfrentarse a difíciles tareas como la crisis alimentaria de las vacas locas o la peste porcina, que le llevaron a decretar la cuarentena el mercado de vacas y cerdos y a enfrentarse a la prohibición de Bruselas de la venta del chuletón. Además, convivió con las protestas de agricultores y marineros por la subida del gasóleo y sus infructuosos intentos de alcanzar un acuerdo pesquero con Marruecos. Otra crisis que tuvo que solventar fue el hallazgo de sustancias cancerígenas en el aceite de orujo de oliva que obligó a inmovilizar su venta.
Desde la derrota electoral de 2004, ha repetido como diputado del PP, primero por Cádiz, y luego por Madrid. Durante el difícil congreso interno del PP en Valencia, en 2008, en el que Rajoy fue reelegido para llevar las riendas del partido, Cañete ejerció de presidente del Comité Electoral.
El carácter campechano de Arias Cañete, que durante la crisis de las vacas locas le llevaron a defender el consumo del chuletón, le jugó otra mala pasada cuando, en febrero de 2008, salió en defensa de la propuesta que había hecho Rajoy de crear un contrato de integración para los inmigrantes. Al hacerlo culpó a los extranjeros del colapso de las urgencias y cuestionó la capacidad de muchos extranjeros para servir mesas de forma poco afortunada: "Aquellos camareros maravillosos que teníamos, que le pedíamos uno cortado, un nosequé, mi tostada con crema, la mía con manteca colorada, cerdo, y a mí uno de boquerones en vinagre y venían y te lo traían rápidamente y con una enorme eficacia".

La guardiana de Génova
Pocas personas en el PP conocen tan al detalle la estructura interna del partido

 Ana Mato

Pocas personas en el PP conocen tan al detalle la estructura interna del partido, cada una de las sedes, cada uno de los trabajadores y cada uno de los detalles necesarios para poner en marcha un acto público, un congreso o una convención.
Ana Mato (Madrid, 1959), ministra de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, es, junto a Juan Carlos Vera o Juan Antonio Bermúdez, el aparato del partido, en el que lleva desde 1983, casi sin interrupción. Solo estuvo al margen el periodo que trabajó en la Junta de Castilla y León como miembro del gabinete del entonces presidente, José María Aznar (de 1987 a 1990), y la legislatura que fue eurodiputada (2004 a 2008).
Siempre se le ha identificado con Aznar, porque formó parte de su círculo de confianza. Entre 1996 y 2004 estuvo en todas las quinielas de ministrables, pero el entonces líder del PP prefirió tener a Mato en el partido, cuidando de la sede. Con la derrota de 2004, ella misma renunció a seguir en Madrid, por entender que el aznarismo debía retirarse de la primera línea, y, tras dudar si retirarse a la empresa privada, sopesando varias ofertas, fue eurodiputada. Pero Mariano Rajoy, aconsejado por Javier Arenas, la rescató en abril de 2004 como vicesecretaria de Organización, en busca de la eficacia y la garantía de discreción. Tanto se ganó su confianza que ha sido la responsable de la campaña electoral del líder del PP, la que ha terminado con la mayoría absoluta.
Rajoy ha encontrado en ella eficacia, fidelidad, discreción y dosis justas de ambición como para no pelear con otros dirigentes del partido por cuotas de poder interno. Tampoco ha tenido el más mínimo interés por tener cuota de pantalla y protagonismo público. Su trabajo es más interno que ante los medios.
Su actividad no ha estado exenta de polémica por la implicación de su ex marido, Jesús Sepúlveda, en el caso Gurtel y por declaraciones como las que ponían en cuestión el modelo educativo andaluz.
Es licenciada en Ciencias Políticas y en Sociología por la Universidad Complutense de Madrid. Ejerció como profesora tutora en la Universidad a Distancia (UNED). Está divorciada y tiene tres hijos.

 
Un canario avezado en pactos
Presidente del PP canario, le ha valido al partido los mejores resultados en las islas

 José Manuel Soria

José Manuel Soria (Las Palmas de Gran Canaria, 5 de enero de 1958), presidente del Partido Popular en Canarias, ha marcado el paso de los conservadores en el archipiélago durante los últimos 10 años. Licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, casado y con dos hijos, su carrera política ha sido meteórica desde que en 1995 fuera elegido por mayoría absoluta alcalde de Las Palmas.
Desde la dirección del partido en el archipiélago desempeñó un activo apoyo a la política de José María Aznar y, en 2003, fue elegido diputado autonómico. En 2007 formó parte del Gobierno de coalición entre el PP y Coalición Canaria como vicepresidente y consejero de Economía y Hacienda. Fue una etapa convulsa. En 2010 rompe el pacto de gobierno después de que CC apoyara los Presupuestos de José Luis Rodríguez Zapatero en Madrid.
Bajo su presidencia, el PP canario logró el mejor resultado de su historia en las elecciones del 20-N con nueve diputados. Quienes le conocen alaban su capacidad para la estrategia política, el debate en los medios y cuentan entre sus virtudes saber medir los tiempos a la hora de negociar pactos.
Con Rajoy ha trabado buena relación por sus estancias vacacionales en Canarias. Es un apasionado de las redes sociales como Facebook y Twitter y cuida su imagen (en un tiempo similar a la de Aznar).

El sociólogo que vuelve a la política
El ministro de Educación es la mano derecha del estratega de Génova 


El ministro de Educación, Cultura y Deporte, José Ignacio Wert.

Licenciado en Derecho y sociólogo, José Ignacio Wert (Madrid, 1950) es un experto en estudios de audiencia y mercado. Fue vocal del Consejo de RTVE, subdirector del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) y profesor de Sociología Política en la Universidad Autónoma de Madrid. El nuevo ministro de Educación, Cultura y Deporte es un referente de una derecha europea y moderna, con fama de tolerante, que regresa a la primera línea 24 años después de irse.
Se inició en la política en las filas de UCD, prosiguió en el Partido Demócrata Popular (PDP) y salió elegido concejal en 1983 del Ayuntamiento de Madrid por Coalición Popular. En 1986 recaló en el Congreso, pero abandonó el escaño un año después para dedicarse a la empresa.
Habla inglés, francés y catalán, presidió la firma de sondeos Demoscopia (1987 y 2003), fue consejero de la empresa de medición de audiencias Sofres AM y adjunto a la presidencia del BBVA. Seguidor del Real Madrid, es autor de numerosos artículos, monografías y libros sobre Sociología Política y colaborador de varios diarios nacionales.
EL PAÍS


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