domingo, 7 de septiembre de 2008

Me veo en el espejo. Luego existo

Hace un tiempo encontré un curioso experimento. Los investigadores enseñaban cientos de fotos a varias personas durante un día, cada foto solo una vez. Luego mezclaban esas fotos con otras de desconocidos y volvían a enseñárselas, ¿cuantas caras reconocían? Prácticamente todas.

Nuestro cerebro ha evolucionado para diferenciar cientos de rostros y variaciones de expresión. Pero no solo el nuestro, también el de otros grandes simios, probablemente a consecuencia de un ancestro común con dicha capacidad. Mientras, otros animales son capaces de reconocer a otros individuos por el olor, marcas significativas en el cuerpo, etc. Entre todas las caras que reconocemos hay una de vital importancia: la nuestra. Quizás algunos den por sentada esta capacidad que, sin embargo, es extremadamente rara en el mundo animal. Reconocerse físicamente se considera un indicador de la consciencia de uno mismo y hasta hace muy poco se creía que tal capacidad era innata de los grandes simios (gorilas, chimpancés, orangutanes, bonobos y humanos). Utilizando espejos y marcando el rostro de los primates (Test del espejo) se había comprobado que eran conscientes de que la marca que veían en el espejo estaba en su cara y se apresuraban a quitársela o palparla, mientras que el resto de animales se limitaba a curiosear/atacar a su “compañero en el espejo”. Por ejemplo: los perros, gatos y niños menores de un año miran con curiosidad el espejo mientras que algunos pájaros lo atacan.

Los estudios sugerían que esta capacidad había aparecido y evolucionado solo en los primates, sin embargo, en 2001 se demostró que el delfín (Tursiops truncatus) y más tarde, la orca (Orcinus orca), eran capaces de reconocerse así mismos en lo que se consideró un extraordinario caso de evolución convergente. La cuestión no se paró ahí y en 2006 se descubrió la capacidad del elefante asiático (Elephas maximus) para pasar la prueba. En todos los casos nos encontramos con mamíferos sociales, con un gran cerebro y altamente inteligentes, debido a ello no es de extrañar la sorpresa que ha generado el hecho de que las urracas (Pica pica) hayan pasado el test del espejo con un cerebro del tamaño del garbanzo. Este descubrimiento ha llevado a reconsiderar la validez del test ya que ¿Puede un ave ser consciente de si misma?, pero mientras tanto me pregunto que entendemos por ser conscientes de nosotros mismos, de nuestra existencia y muerte. Algo que al parecer empieza por algo tan simple como saber que ese del espejo no es otro. Soy yo.

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