Ayer era porcelana
A la hija de unos buenos amigos.
Ayer era porcelana
hoy está como la cera
tenía y sigue teniendo
ese pelo que me gusta:
con repilos, indomable,
rebelde y de lo más tieso.
Cuando la miraba hoy
tenía los ojos cerrados
y esa placidez de ángel
que se adquiere estando en cama.
Los niños son más bonitos
cuando se saben enfermos:
se serenan sus facciones
y sus labios, que resaltan,
están dispuestos al beso.
Pero existe esa congoja
por nuestra parte y la de ellos,
que hace que nos duela el alma
y vacilen nuestros besos.
El mundo se viene abajo
al saberlos tan enfermos.
Escrito por Musaraña
Benacazón 29.08.90
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