miércoles, 30 de noviembre de 2011

¡Oh Cristo!

«Ya no hay un dolor humano que no sea mi dolor; 
ya ningunos ojos lloran, ya ningún alma se angustia 
sin que yo me angustie y llore; 
ya mi corazón es lámpara fiel de todas las vigilias, 
¡oh Cristo! 


»En vano busco en los hondos escondrijos de mi ser 
para encontrar algún odio: nadie puede herirme ya 
sino de piedad y amor. Todos son yo, yo soy todos, 
¡oh Cristo! 


»¡Qué importan males o bienes! Para mí todos son bienes. 
El rosal no tiene espinas: para mí sólo da rosas. 
¿Rosas de Pasión? ¡Qué importa! Rosas de celeste esencia, 
purpúreas como la sangre que vertiste por nosotros, 
¡oh Cristo!»


Amado Nervo

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