Fotografían el terror a la muerte de unas grullas
Sucedió en Gallocanta (Zaragoza) hace menos de un mes. Raúl Radiga, un estupendo fotógrafo de la Naturaleza vallisoletano, observaba un bando de grullas (Grus grus) comiendo plácidamente al atardecer cerca de la famosa laguna. De repente, los animales se pusieron en alerta, agrupándose muy juntos, gritando, mirando asustados al cielo ¿Qué estaba pasando?.
La explicación llegó volando instantes después, cuando apareció en escena un joven de águila real (Aquila chrysaetos) que se lanzó sin dudarlo contra el aterrorizado bando de aves. Ya tenía elegida la presa, la grulla más solitaria y alejada del grupo, la más vulnerable, la que se ve en la fotografía dando un traspiés a la derecha del grupo. Pero el sistema defensivo habitual surtió efecto. Fijaros en la grulla más a la izquierda. Detectó a tiempo la llegada de la poderosa rapaz y con sus gritos y carreras activó todas las alarmas.
¡Qué viene el águila!
Gracias a este aviso, las aves se apretujan como una piña en una masa cerrada buscando la protección del grupo. Pero como se ve en la siguiente imagen, la presa elegida está demasiado lejos para encontrar refugio entre sus compañeras.
¿Llegará a tiempo para salvarse? El miedo, el terror a la muerte, invade al grupo.
Esta vez hubo suerte, pues en el último instante, con pasmosa agilidad para tan largas patas de zancuda, la presa elegida logró fintear al adversario con un ágil requiebro que le permitió incorporarse al grupo salvador.
Realista, el águila asumió al momento su fracaso cinegético. Hoy no habría grulla para cenar.
Al final todo quedó en un susto más para el bando, que por supuesto tardó tiempo en pasarse.
La última imagen nos muestra a las grullas muy tiesas, todavía nerviosas, como diciendo: ¡Uff, escapamos por las plumas!
Realista, el águila asumió al momento su fracaso cinegético. Hoy no habría grulla para cenar.
Al final todo quedó en un susto más para el bando, que por supuesto tardó tiempo en pasarse.
La última imagen nos muestra a las grullas muy tiesas, todavía nerviosas, como diciendo: ¡Uff, escapamos por las plumas!
Y es que nadie dijo que vivir en la Naturaleza, libre como un pájaro, fuera fácil. Sólo que esta vez el fotógrafo estaba allí y nos lo contó. Muchas gracias Raúl por tu trabajo.
por 20 minutos
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