El rayo de sol
El rayo de sol
¡Aníbal...! ¡ Vení enseguida, está entrando un rayo de sol por la ventana !
Amelia y Aníbal se habían mudado a un departamento interno, las dos ventanas daban a un “pozo de aire y luz”. Poco aire y una luz gris que no dejaba adivinar si estaba nublado o soleado el día.
Habían acomodado todas las plantas junto a la ventana de la sala, con la esperanza de que vivieran allí. Pero las pobres plantas fueron muriendo semana tras semana, una tras otra.
Esa mañana, entre las macetas casi vacías, temblaba el pequeño círculo de un rayo de sol, como una moneda difusa y confundida.
Aníbal estaba bañándose y Amelia entre entusiasmada y desesperada corrió a la cocina y trajo en sus manos una palangana esmaltada. Colocó el recipiente en el piso y el rayo de sol comenzó a desprender su luminosa sustancia llenando lentamente la palangana.
¡ Que suerte Aníbal...! ¡Ya no se seguirán muriendo las plantas ! ¡ Apurate, desocupá la bañera pronto que quiero llenarla de sol ! ¡ Ya no se seguirán muriendo las plantas !
Oniroteca*
LO MEJOR: Textos seleccionados - Literatura
Contribución de Milton Blanco
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