Acaso las expectativas cambien con el día
Acaso la manzana pierda lozanía puesta en el frutero.
Acaso las miradas vacías de la ausencia se fijen en los sueños.
Acaso tendamos la manos buscando otro regazo.
Acaso el sonido bronco de la tormenta traiga agua.
Acaso las ideas mejores no se escriban.
Pero el banco de madera rezuma soledades en el parque
y un anciano absorto y vencido por la idea de la muerte,
reparte alimento a las palomas.
Arrastradas por la melancolía
las palabras crecen hacia dentro generando los sueños.
Mientras tus ojos copian esa luz biselada de la tarde,
algo se nos escapa como peces garganta abajo,
algo se agazapa detrás de los silencios,
se prolongan las deudas del pasado en la zona equívoca de los afectos
y nos sorprende la duda entre la esperanza y el soñar despiertos.
El crepúsculo de la mañana invade la cama verde de los campos,
deja caer los brazos de los árboles ahítos de calor.
El aire es una fruta ya madura,
el zarzal con aquenios como ojos diminutos
mira sorprendido la intemperie
espacio abierto por donde un pájaro huye.
Nada entre los párpados una mirada.
Mis manos se pierden en tu piel,
ordenan los instintos, aquietan las palabras
y la soledad nos hace compañía.
Escrito por Musaraña
Benacazón 24.03.1992
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