jueves, 16 de octubre de 2008

Soy una asesina y no me arrepiento

Era verano. Odiaba esa época porque debía convivir con él. Hasta aquel estío del noventa y dos en que hallé el valor...... Contó los minutos; eran eternos. Esataba desorientada, aterrada, sola.
Me distraje pensando en qué diría o, mejor, si ignoraba lo sucedido y seguía mi vida como si nada. Pero no podía, imposible.
Su cuerpo estaba delante de mí, oteándome aún. Daba igual que estuviera muerto. Sus ojos abiertos, clavados en la nada, estaban ahí vigilando mis actos. "Más no tu mente", me dije como consuelo, "le has ganado la batalla". Pero en ese momento de gloria, él me la jugó y yo perdí los nertvios...¡Socorro, un ratón!...

por María Ángeles Cantalapiedra. Madrid.
EL PAÍS

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