jueves, 2 de octubre de 2008

Sin memoria histórica no hay identidad - Vaclav Havel

El escritor y político checo mantiene en la actualidad una actividad frenética. Su vuelta a los escenarios con la obra Retirándose y la publicación de sus memorias, Sea breve por favor, en varios países han revitalizado su trayectoria.

Václav Havel es uno de los escasos intelectuales de primera fila, a lo largo del siglo XX, que se vio obligado por las circunstancias históricas a ocupar el poder político. Nacido en Praga en 1936, en el seno de una familia acomodada, su disidencia política en favor de las libertades le llevó a las cárceles de la dictadura comunista durante años. Desde su juventud, Havel escribió obras de teatro y ensayos que fueron muy bien recibidos en Occidente mientras eran prohibidos en su país. Como uno de los más relevantes opositores del régimen comunista, el estallido de la llamada revolución de terciopelo aupó inesperadamente al dramaturgo a la presidencia de la entonces Checoslovaquia, tras la caída del muro de Berlín a finales de 1989.

"Estoy sorprendido de la buena acogida del público a mi nueva obra teatral"
"Soy tímido, y el teatro me permite esconderme detrás de mis personajes"
"Los políticos deberían escuchar más la voz de los intelectuales"
"Sin el apoyo de Estados Unidos nunca hubiera caído el telón de acero"

Su notable carisma y su prestigio moral facilitaron la transición democrática, permitieron una separación pacífica del país entre checos y eslovacos en 1993 y mantuvieron después a Havel en el castillo de Praga, sede de la Presidencia checa, hasta 2003, reelegido por sus compatriotas. Václav Havel, que se recupera de una reciente enfermedad, recibió a El PAÍS el pasado jueves en su oficina del centro de Praga, al lado de paisajes que han marcado su vida, como el Teatro Nacional, el café Slavia o el puente Carlos.

Pregunta. Con el estreno de Retirándose, una obra sobre la lucha del individuo contra el poder, ha vuelto usted a los escenarios de Praga después de mucho tiempo. ¿Cuál ha sido la reacción del público?
Respuesta. Lo cierto es que no ha sido un regreso fácil porque no se estrenaba una obra mía desde hacía casi 40 años. Durante más de dos décadas mi teatro se representó mucho en el extranjero, pero estaba prohibido en Checoslovaquia. Más tarde ocupé la Presidencia del país durante una larga etapa (1989-2003) y en todo ese tiempo cambió mucho el teatro y cambié yo, por supuesto. Estoy satisfecho porque la acogida del público praguense ha sido bastante favorable [el pequeño teatro donde se representa Retirándose registra llenos diarios] y ha resultado una sorpresa muy agradable. No esperaba algo así porque durante mis años como presidente me gané unos cuantos enemigos que, como es natural, aguardaban mi fracaso.

P. Desde que abandonó la política hace más de cinco años. ¿Tiene más tiempo para escribir?
R. Confiaba en tenerlo, pero en la práctica no dispongo de mucho tiempo ni de facilidad para concentrarme en la escritura. Tengo muchas obligaciones [Havel dirige una fundación cultural] y me resulta difícil encontrar momentos propicios para la creación literaria.
P. En su libro de memorias, Sea breve por favor, que ha aparecido recientemente en España publicado por Galaxia Gutenberg-Círculo de Lectores, declara que en parte lo ha escrito para las nuevas generaciones. ¿Qué pretendía?
R. Efectivamente, deseo que los jóvenes sean de algún modo los destinatarios principales del libro porque me parece muy importante conservar la memoria histórica. Sin la memoria no existe la continuidad histórica ni se mantiene la identidad. Sentí que era un deber para mí dejar un testimonio de mi trayectoria intelectual y política.
P. ¿Se arrepiente de haber aceptado ser presidente de Checoslovaquia?
R. Es difícil contestar a esa cuestión porque tuve que renunciar a muchas cosas al dar el paso a la política. Fue, sin duda alguna, un sacrificio para mí. Ahora bien, reconozco que también significó un regalo del destino porque pude influir en algunos acontecimientos fundamentales para mi país y para Europa y, al mismo tiempo, conocí a personalidades que nunca hubiera podido tratar.
P. ¿Por qué eligió el teatro como expresión literaria y no otro género?
R. Siempre he sido muy tímido, y el teatro me permite esconderme detrás de mis personajes. Además, el teatro implica una estructura narrativa, un sentido del espacio, del tiempo y del ritmo que me atraen mucho. Se trata de concentrar en las dos horas de duración de una obra toda la historia que pretendes contar.
P. La política tiene un evidente componente teatral. ¿Le sirvió su experiencia de dramaturgo para el ejercicio de la política?
R. Por supuesto existen muchas similitudes entre el teatro y la política y una de ellas se refiere a la composición del drama. En cualquier caso, yo intenté imprimir una actitud estética en mis años de presidente, sin duda, influido por el teatro. Es cierto también que concedía importancia a los símbolos de todo tipo y a la política de gestos en todos los sentidos.
P. ¿Cuál debe ser la actitud de un intelectual?
R. Creo que un intelectual tiene más responsabilidad frente a la sociedad que otras personas. Desde luego, la voz de un intelectual es importante y los políticos deberían escuchar más a los intelectuales porque una reflexión radical resulta muy necesaria para aspirar a un mundo mejor.
P. Usted siempre ha mostrado más reconocimiento y gratitud a Estados Unidos que hacia Europa por su comportamiento con su país, tanto en el pasado como en el presente. ¿A qué se debe esa actitud?
R. Sin el apoyo de EE UU nunca hubiera desaparecido el telón de acero. Esa constatación es algo indudable. La República Checa forma ahora parte de la UE, pero incluso ese ingreso se vio muy favorecido por nuestra pertenencia anterior a la OTAN. Tal vez la UE, siempre tan cautelosa, no hubiera permitido nuestra entrada de una forma tan rápida sin estar en la Alianza Atlántica. Muchos jóvenes vinculan los efectos negativos de la globalización al papel de EE UU en el mundo. Es comprensible esa actitud porque EE UU representa la potencia más fuerte, pero sería injusto echarle la culpa a los norteamericanos de la evolución del mundo.
P. Da la impresión de que la cultura checa atraviesa buenos momentos.
R. Somos un país pequeño y nuestra situación geopolítica, en pleno centro de Europa, ha llevado en ocasiones a la cultura a ocupar el lugar de la política, a paliar sus deficiencias.
P. Ha participado usted en el guión de una película sobre la anexión de la región checoslovaca de los Sudetes y el prólogo de la Segunda Guerra Mundial que prepara su amigo Milos Forman. ¿En qué consiste el proyecto?
R. En realidad sólo he colaborado en la creación de algunos diálogos. La película de mi amigo Milos Forman se basa en un libro de Georges-Marc Benamou, titulado El fantasma de Múnich, que narra la anexión de los Sudetes por parte de los nazis y su efecto como desencadenante de la guerra.

MIGUEL ÁNGEL VILLENA (ENVIADO ESPECIAL) – EL PAÍS
Praga - 21/09/2008

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