Monstruoso (2008)
Mucho revuelo ha causado el nuevo proyecto del idolatrado J.J.Abrahms. Rumores, fakes y un inteligente marketing viral han hecho que ‘Cloverfield’ -mejor nombrarla por su título original- esté en boca de todos.
Los americanos ya han podido comprobar por sí mismos si todo ese misterio era para tanto o no, pero los españoles no lo podrán averiguar hasta el 1 de Febrero, día en el que el monstruo se paseará por nuestras pantallas.
Por mi parte intentaré no desvelaros demasiados datos de la película para que podáis acudir al cine lo más ‘vírgenes’ posibles, ya que es ahí donde uno debe llevarse las sorpresas -buenas o malas- y no frente al ordenador.
Para empezar os tranquilizaré diciendo que el monstruo SÍ se llega a ver perfectamente. De hecho, hay un buen primer plano hacia el final de la película en el que podréis verle bien de cerca los afilados dientes que posee.
No os voy a contar qué aspecto tiene el bicharraco, aunque ya circulan por Internet algunas imágenes, a modo de ilustraciones, del susodicho (si los más ansiosos lo deseáis, en los comentarios os dejaré el link). Es mejor no desvelar nada ya que es un factor clave no saber cómo es para que a lo largo de la película uno se mantenga intrigado y ansioso por descubrirlo. Sí os puedo decir que no se parece a un dinosaurio como el Godzilla de Emmerich, por si alguno temía eso.
De todas formas, aquí la historia se centra mucho más en los personajes que sufren el ataque que no en el atacante en sí. Cierto es que hay escenas en la que apreciamos al monstruo destruyendo edificios o siendo atacado insistentemente por los militares, pero realmente lo que importa es ver, de forma subjetiva, cómo viven los ciudadanos esa destructiva invasión.
Con un prólogo inicial de unos 20-25 minutos aprox. el director Matt Reeves (elegido por el propio Abrahms) nos presenta a los personajes para que podamos conocer quiénes son, cómo son y que vínculo les une entre ellos (amistoso, familiar, amoroso…). Pasados esos minutos iniciales empieza la acción, por lo que tampoco hay tiempo suficiente para desarrollar perfectamente sus personalidades. No en vano, con esos minutos tenemos suficiente para empatizar o no con ellos, para entender sus reacciones ante lo que les está sucediendo y sobretodo para meternos en su piel. Y es que a lo largo de hora y media les acompañaremos en una intensa carrera por la supervivencia, siendo testigos de lo mismo que ellos ven y sabiendo lo poco que ellos saben sobre lo que está sucediendo.
Precisamente el origen del monstruo o su inesperada aparición seguirán siendo una incógnita sin resolver para el espectador, puesto que ahí es donde reside parte del suspense del film. Poco importa de dónde viene la bestia o el por qué esta allí. Lo que realmente importa es lo que está sucediendo en ese preciso instante y cómo nuestros protagonistas intentan, por todos los medios, sobrevivir al caos desatado. Así que no esperéis aquí ningún discursito solemne de algún científico o algo por el estilo. Tenéis 90 minutos para idear vuestras propias hipótesis (si no lo habéis hecho ya).
Quizás algún día conozcamos más cosas sobre el acontecimiento en sí en la rumoreada secuela. Secuela que por otra parte estaría, como muy pocas veces, justificada. Siempre y cuando se parta desde otro punto de vista del ataque, algo perfectamente factible. Por el momento, habrá que contentarse con lo que tenemos aquí.
Técnicamente la película está bien realizada. Los efectos especiales no son la leche, pero cumplen. No es que haya un festín de pirotecnia, por lo que las secuencias más impactantes están bastante conseguidas dentro de lo que el presupuesto permite (extraños 30 milloncecos para ser un blockbuster).
La filmación es mucho más agradecida para nuestros ojos que otras de similar índole como ‘[REC]’, en la que Plaza y Balagueró abusaban, en mi opinión, de desenfocados, escenas oscuras y demás efectismos para causar tensión. A diferencia de la gran mayoría, a mí eso me tocaba bastante la moral.
Aquí la cámara se agita constantemente pero los movimientos parecen mucho más estudiados, dejándonos ver más cómodamente algunas escenas y en otras impidiéndolo de forma menos grotesca que la anteriormente citada (hay escenas oscuras, pero están mejor resueltas). De hecho, poniéndonos muy tiquismiquis, podríamos hasta decir que la filmación es demasiado profesional como para estar hecha por un aficionado sumido en medio de una catástrofe. Pero eso ya que cada uno lo valore como desee.
El reparto es semidesconocido para el gran público y eso ayuda a hacerlo todo más creíble. Algunos de los actores seguramente os suenen por haber aparecido en series de tv. Personalmente no le voy a poner pegas a sus actuaciones, aunque sí puede que haya algún personaje que resulte un tanto desquiciante, como el propio cámara, que es el típico amigo bocazas que no se calla ni debajo el agua. Aunque hay que decir también que algunos simpáticos toques de humor vienen por su parte.
La música aparece sólo en los créditos finales. Y es que en la vida real no nos envuelve ninguna banda sonora. Así que bien empleada es esa ausencia. Además con los imprescindibles efectos sonoros hay más que suficiente.
En definitiva, una película recomendable porque cumple con dos objetivos primordiales. El primero, ser entretenida; y el segundo, ser realmente angustiosa.
Pero más allá de estar filmada en primera persona y centrarse más en los protagonistas que en el propio monstruo, sigue siendo una película de ‘monstruito machaca-ciudades’ como cualquier otra. Precisamente por el segundo motivo (centrarse en los protas) muchos se podrán sentir decepcionados o hasta estafados, sobretodo teniendo en cuenta la campaña publicitaria que se ha hecho y que hacía presagiar que lo que veríamos sería algo bestial (en lo que a destrucción metropolitana se refiere).
Francamente, para mí ha estado bastante bien, pero no me ha parecido un peliculón. Así que al tanto con las altas expectativas porque os pueden jugar una mala pasada (o no…).
Para los fans de Abrahams y sus series, hay algún guiño que otro para vuestro regocijo.
¡Ah!, y el monstruo no viene sólo…, hasta aquí puedo escribir.
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