El Desencuentro
Me dolió tu cordura
Me dolió en la entraña
como una puñalada.
Te detuviste al borde
del abismo y testigo
de mi salto y mi caída,
retrocediste un paso.
No sé que has pensado.
No sé que has sentido
después del sacrificio.
Ofreciste mi cadáver
a los dioses y a las aves de rapiña.
Me dolió tu prudencia,
tu prudencia y tu cordura.
No ha pasado nada.
Mi locura regresó a sus infiernos
y tu -perdidas ya tus alas-
sigues sobre el polvo
lenta y seguramente tu camino.
Enrique Buenaventura





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