AMONESTACIÓN Y RESPUESTA
«¿Por qué sobre esa vieja piedra,
durante toda la jornada,
William, así solo te sientas
y entre sueños el tiempo pasas?
¿Dónde están tus libros? ¡La luz
a este ciego mundo legada!
¡Arriba! Aspira la salud
que en ellos los muertos exhalan.
Miras la tierra como un hijo
que a su madre pidiese cuentas
o como el primer hombre vivo
que conociese la existencia».
Así, del Esthwaite a la orilla,
la vida dulce y sin porqué,
el buen Matthew me habló un día
y así le quise responder:
«El ojo sólo mirar puede
y el oído nunca está en paz;
doquiera que va, el cuerpo siente
contra o con nuestra voluntad.
Así, creo que existen fuerzas
que al pensamiento dan traza,
que nutrimos nuestras ideas
con una pasividad sabia.
¿Crees, en el mundo infinito
de estos seres que hablan sin verbo,
que nada vendrá por sí mismo
y que siempre buscar debemos?
Pues no preguntes por qué a solas,
según me plazca conversando,
me siento en esta vieja roca
y entre sueños el tiempo paso».
William Wordsworth
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