Cuestión de honor
Cuestión de honor (Pride and Glory 2008)
Dirección: Gavin O’Connor.
País: USA.
Año: 2008.
Duración: 130 min.
Género: Drama, thriller.
Interpretación: Edward Norton (Ray Tierney), Colin Farrell (Jimmy Egan), Jon Voight (Francis Tierney, Sr.), Noah Emmerich (Francis Tierney, Jr.), Jennifer Ehle (Abby Tierney), John Ortiz (Ruben Santiago), Frank Grillo (Eddie Carbone), Shea Whigham (Kenny Dugan), Lake Bell (Megan Egan), Carmen Ejogo (Tasha), Manny Perez (Coco), Wayne Duvall (Bill Avery).
Guión: Joe Carnahan y Gavin O’Connor; basado en un argumento de Gavin O’Connor, Gregory O’Connor y Robert Hopes.
Producción: Gregory O’Connor.
Música: Mark Isham.
Fotografía: Declan Quinn.
Montaje: Lisa Zeno Churgin y John Gilroy.
Diseño de producción: Dan Leigh.
He aquí una película correcta. El género policial abarca ya varios subgéneros entre ellos el de los “policías corruptos en el seno de una familia de policías”. En esta ocasión todo queda en casa. Un padre de familia Francis, alto cargo de la policía, tiene dos hijos, Francis Jr y Ray, ambos también policías.
Cuando mueren cuatro policías al cargo de Francis en una misión, Francis padre le pide a Ray que les ayude en la investigación.
Ray se aplica en su tarea y descubre que Jimmy, casado con la hija de Francis padre, es el cabecilla de unos policías corruptos, que van dando palizas, robando a los muertos, extorsionando, tratando de robar y pillar cuanto pueden de los maleantes con los que se topan.
La duda que se nos plantea es si Ray mentirá para proteger a Jimmy y también a su hermano Francis Jr, el cual a pesar de no enterarse de nada, es el responsable de Jimmy, o dirá las cosas como son. Y en eso se va la película a medida que todos van sabiendo los tejemanejes de Jimmy el cual es un tipo violento que es capaz de cualquier cosa para saber donde anda un tal Tesso, que es el meollo del asunto, porque en caso de cantar los puede mandar a todos al trullo.
Los delincuentes son latinos, que se calientan al ver la impunidad con la que los policías les tratan, les golpean, les zurran, les roban, sin que puedan alzar la voz, algunos porque tienen cosas que ocultar, y otros porque no tienen papeles.
Jimmy es Farrell, que parece encasillarse en papeles como este, tras verlo en Escondidos en Brujas, o El Sueño de Cassandra dando vida a un gánster, un ladrón o en esta ocasión un poli corrupto.Norton, con el que aluciné al verlo en American History X, y que luego se fue apagando poco a poco, vuelve de nuevo con fuerza y me ha gustado. No hace el papel de su vida, pero logra transmitir bastante.
Los personajes juegan al blanco o negro. O son buenos o son malos. Y como es de esperar a veces la única forma de solucionar los problemas es a hostias. Luego está claro que quien siembre recoge, como sufrirá Jimmy en sus propias carnes.
Las dos horas son excesivas para lo que se cuenta y el cómo se cuenta, pero no resulta para nada tediosa, merced a unas interpretaciones convincentes. La puesta en escena es sobria, la fotografía apagada, tanto como el ánimo de los protagonistas que se mueven entre sombras, en edificios infectos, bajo la luz lechosa de las farolas.
Escrito por Popeye Doyle
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