Me pierdo en mí soledad
y en ella misma me encuentro,
que estoy tan preso en mí mismo
como én la fruta está el hueso.
Si miro dentro de mí,
lo que busco veo tan lejos,
que por temor a no hallarlo
más en mí mismo me encierro.
Así, por dentro y por fuera
se equilibra mi destierro:
dentro de mí por temor,
fuera, por falta de miedo.
Y entre mis dos soledades,
igual que un fantasma hueco,
vivo él límite de sangre
sombra y fiel de mis deseos.
Bien sé yo que en la balanza
que pesa mi sentimiento,
al platillo del temor
es al que yo más me aprieto.
Pero lo que busco en él
de tal manera lo anhelo,
que sòlo quiero alcanzarlo
cuando esté libre del cuerpo.
Hoy mi soledad me basta,
que en ella sé lo que espero,
lo que por ella he perdido
y lo que con ella tengo.
por Emilio Prados
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