En el fluir de la sangre blanca de la luna
En el fluir de la sangre blanca de la luna
nacen las luciérnagas del arte.
Aparecen como un chisporroteo
fuera de los límites del aire.
Tu desgana mineral sobre el amor
plasma los signos que el pincel transforma
y ese color de agua casi helada
o ese tono de arena desvaída
conforman tus cuadros y sus casas.
La soledad asolada del paisaje
que en el cuadro más grande
descubre la sintaxis de un hermoso lenguaje,
se hace íntima y callada en el mediano
para, finalmente, combinar rectángulos acuosos
en un espacio recto que transmite
todo el viento y el polvo del eterno retorno.
Escrito por Musaraña
Benacazón, 25.03.1994
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