jueves, 5 de junio de 2008

El frío les dejó los labios rotos, insensibles

El frío les dejó los labios rotos, insensibles.
El viento oxidó de tristezas la memoria.
La niebla se pegó a sus recuerdos como lana mojada.
Ellos, sobrecogidos de olvido,
dejaron que la sal carcomiera sus rostros
abandonaron los ojos en sus cuencas
e ignorantes del estado insostenible de su sombra
fueron lentamente debatiéndose.
Olvidaron sin embargo avisar a la muerte, que les dejó de lado
y tal como se durmieron, despertaron.
Esperaban que la muerte les evitara decir nada.
Esperaban separarse suavemente de la vida.
Esperaban el instante desierto, melancólico, dichoso
de saborear un puñado de cerezas sentados en la luna.
Amaneció la luz.
Amaneció submarino el día sobre los árboles
sazonando de azul el aire.
Las ropas adornadas de corales,
la cabellera regada con agua de sal y algas.
Despertaron con sabor a medusas en los labios
y en la extensión cálida de sus cuerpos
se contaron, sin palabras inútiles, los sueños.
Acomodaron en esa hora tibia del amanecer
la primera luz del sol
se mostraron los ojos sin distancias, desarmados,
como pidiéndose caricias y sintiéndose,
descubriendo al fin
que todo es cuestión de tiempo y de paciencia.
Escrito por Musaraña
Sevilla 04.01.1991

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