Ese letargo de más de treinta años
Ese letargo de más de treinta años
no erosionó ni desgastó tu cabellera
que se convierte en playa remansada
donde termina el suave oleaje de tu pelo.
La luz que te resbala amanece en tu cuerpo
y crece a la par que se establece, lentísima, en tu barro.
Y tú estás ahí con el velamen desplegado
acuciando al viento, que trata de arrastrarte
como un trapo rasgado a la deriva.
Pero tú lo llenas de tiempo y de silencio
y lo atrapas para establecer el código aprendido de la infancia.
Con todo forjarás un futuro
y en base a la alegría,
de ese entorno de luz en que te mueves
y sobrevives sin estaciones de regreso.
“La olivera” es tu santuario, tu rincón
y en ella has navegado hasta tu centro,
al corazón verde y fragante de la vida.
En ese corazón cabemos todos.
En ese corazón estoy contigo
Escrito por Musaraña
Benacazón 12.01.1999
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