Al principio el olvido no olvida
Al principio el olvido no olvida
se ponen a dolernos los caminos del tiempo
y el gesto resucita.
Regreso a desenterrar momentos amados
deseando con fuerza que no se evaporen.
Mantengo indeleble la historia estancada.
Ando y desando lo andado
y la memoria de ese rostro me sigue
y cambia conmigo de lugar como un paisaje…
Cierto día,
la mañana se puebla de plumas y susurros
el aire arremete de intemperie nuestro cuerpo
dejándonos salir a suaves campos
haciendo tan nuestra la memoria que podemos olvidarla
y el vocablo preciso para nombras la ausencia
deja paso al agua y a la luz
y el olvido llega mansamente volando con el viento.
Por la tarde,
sólo la sombra del recuerdo permanece en el rostro
débil, y necesaria como un beso.
El éxtasis antiguo
abre camino a la dulzura que andaba a la deriva
anclando nuestro cuerpo con algas, sal
y cardúmenes de peces abismales
miramos hacia atrás pasado el oleaje
y vemos un mar tranquilo, azul
como un enorme pozo con caminos
que nos conduce de nuevo a la deriva.
Se renueva el lenguaje con la noche
y un sueño amado y dulce
nos ciega los ojos absurdos de la piel
y el olvido mansamente vuelve
el árbol, el aire, la ciudad
han cambiado su verde, su olor y su sabor.
Las palabras de antes ya no sirven
el día se va como un vuelo de pájaro
y la noche, nada más que espesa y tibia sombra
nos cubre con distintas significaciones
y el olvido mansamente vuelve.
Escrito por Musaraña
Benacazón 14.08.1991
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