Al mar le corresponde cumplir esa función
yo no puedo más.
Los párpados me pesan ahítos ya de sueño
y la boca, acaso en duermevela,
suavemente entreabierta al deseo del beso,
espera el conocido contacto de tus labios.
La música se enlaza a mi cuerpo como un tallo sensible
zumbando en mis oídos la abeja de tu voz
se transparenta el aire. A oleadas de flujo y de reflujo
me dejo llevar por las marea
vaciando el olvido como un reloj de arena
y en esa playa sola
pierdo por imposibles los días ya pasados.
Tiro por tierra el aire.
Pierdo la esperanza de lo inmóvil azul
y entro de lleno al fondo
amontonando el lastre en la última orilla.
Sin hacer previsiones porque ya no hay futuro,
dejo que el relente pase mi noche a limpio,
llego a lo más hondo sin nada a mis espaldas
para desembocar desnuda en alguna otra playa
aprovechando que aún hay pleamar.
Escrito por Musaraña
Benacazón 12.06.1991
No hay comentarios:
Publicar un comentario