lunes, 12 de noviembre de 2007

¡OH CAPITÁN! ¡ MI CAPITÁN!

¡Oh capitán! ¡Mi capitán! Nuestro espantoso viaje ha terminado,
la nave ha salvado todos los escollos, hemos ganado el anhelado premio,
próximo está el puerto; ya oigo las campanadas y el pueblo entero que te aclama,
siguiendo con su mirada la poderosa nave, la audaz y soberbia nave;
mas, ¡ay!, ¡oh corazón! ¡mi corazón! ¡mi corazón!
No ves las rojas gotas que caen lentamente, allí, en el puente, donde mi capitán
yace extendido y muerto.
¡Oh capitán! ¡Mi capitán! Levántate para escuchar las campanas.
Levántate. Es por ti que izan las banderas. Es por ti que suenan los clarines.
Son para ti estos búcaros y esas coronas adornadas.
Es por ti que en las playas hormiguean las multitudes,
es hacia ti que se alzan tus clamores, que se vuelven sus almas y rostros ardientes.
¡Ven Capitán! ¡Querido padre!
¡Deja pasar mi brazo bajo tu cabeza!
Debe ser, sin duda, un sueño que yazgas sobre el puente.
Extendido, helado, muerto.
Mi capitán no contesta, sus labios siguen pálidos e inmóviles;
mi padre no siente el calor de mi brazo, no tiene pulso ni voluntad;
la nave, sana y salva, ha arrojado el ancla; su travesía ha concluido.
¡La vencedora nave entra en el puerto, de vuelta de su espantoso viaje!
¡Oh playas, alegraos! Sonad, campanas!
Mientras yo, con doloridos pasos,
recorro el puente donde mi capitán
yace extendido, helado, muerto.

Walt Whitman

No hay comentarios: