sábado, 15 de diciembre de 2012

EN LA NOCHE FINAL DE LA AUSENCIA EL POETA PIENSA EN LA AMADA Y LA LLUVIA QUE LOS UNE

Nada tengo de ti, sólo una lenta
comunidad de sombra en la mirada,
y esta necesidad desesperada
que crece sin vivir muerta y violenta.
 
Dura la sombra hasta que viene el día
y el sol entre los hombres se reparte,
¡qué color tendrá el ojo al contemplarte
si así lo enciende ya tu cercanía!
 
Mis ojos que en el viento están impresos
miran la noche ya crecer empieza
este quieto empujón de la tristeza
que gasta el andamiaje de mis huesos.
 
El alba es la inocencia de la aurora,
cuando venga la luz vendrá contigo,
la lentitud del cielo es un castigo
y una habilitación que siento ahora.
 
Si el sol andando a pie viene en mi ayuda,
aún le falta su luz a la mañana,
no puedo verte y la memoria es vana,
no puedo hablarte y la palabra es muda.
 
La ausencia tiritante y aleada
se acorta convirtiéndose en espera,
si ceniza de ayer es la ceguera,
ceniza de esperar es la mirada.
 
La noche que es inútil como un ruego
va maniatando al mundo en su atadura,
y deja en el mirar la quemadura
de ti que me hace verte o me hace ciego.
 
Para volverte a ver sólo es preciso
que el lucero del alba empiece el vuelo
sobre La Golondrina, y en el cielo
haya un lento deshielo circunciso.
 
Tengo la sangre convertida en plomo
y la esperanza convertida en fe,
vivir para mirar sin saber qué,
mirar para temblar sin saber cómo.
 
Si el cielo dice que la luz vendrá
el sol está esperando todavía...
¡qué fuerza le da al hombre la alegría!,
ando tu sombra que en el suelo está.
 
Los ojos viven lo que están buscando
y hablo en voz alta para estar contigo;
puedo decir: Vendrás, y si lo digo
mañana es sólo una palabra andando.
 
¿En la lluvia mis manos reconoces?
tal vez nos está uniendo en sus extremos,
yen este mismo instante ya tenemos
un solo corazón que habla a dos voces.
 
No puedo más, no puedo más, la cita
que hace girar al cielo ya no ceja,
y vienes con la luz como se deja
una palabra en el papel escrita.
 
El tiempo lañador y transitivo
va dejando en el aire tu traslado;
ya nos empieza a unir y ya ha empezado
la extraña gloria de sentirme vivo.
 
La ausencia es una luz interrumpida,
el cielo palidece y azulea,
y el sol que nos alumbra, nos recrea;
la espera terminó; llega la vida.

Luis Rosales

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