martes, 26 de abril de 2011

El retorno del 'western'

¿Por qué el western siempre vuelve? Incluso su más cultivado, hondo y lúcido exégeta, Ángel Fernández-Santos, que fue crítico de cine de este diario hasta su muerte y que escribió un libro inolvidable sobre el género, Más allá del oeste, le dio por desaparecido muchas veces.


"Ya apenas se hacen westerns", escribió Ángel en 1989 sobre Arma joven y luego proseguía su artículo con ese estilo que le convirtió en un referente para varias generaciones de cinéfilos: "De tarde en tarde, Clint Eastwood o algún otro maniático del antiguo fuego sagrado del género de géneros, como Lawrence Kasdam en su Silverado, hace una incursión aislada, una escaramuza que no crea continuidad en los itinerarios de las viejas pistas abandonadas o en los antiguos poblados de madera ahora desiertos. Limpian como pueden las barreras de telarañas que envuelven los antiguos escenarios y hacen remedos de películas del Oeste". Sin embargo, apenas unos años después se estrenó una de las grandes obras maestras del género, Sin perdón, un filme que está a la altura de leyendas como El hombre que mató a Liberty Valance, Los profesionales, Grupo Salvaje, Centauros del desierto, Winchester 73 o El Dorado. El western vuelve una y otra vez porque como escribió Fernández-Santos era el género de géneros, el germen de casi todo el cine que vemos y admiramos, es una forma de contar aunque no haya caballos ni revólveres. Todavía es pronto para saber si llegará a formar parte de ese puñado de clásicos, pero los hermanos Coen han dado un nuevo impulso al género con Valor de ley, una inmensa película que recoge todas las claves del Oeste.

"La idea de que en un universo consumado y cerrado sobre sí mismo todavía es posible cruzar la línea que los puntos sin retorno dibujan en los secretos mapas de los sueños. El simple vadeo de un río cuya orilla sigue inexplorada o la cabalgada libre sobre una planicie ilimitada son configuraciones imaginarias en las que una remota frontera histórica se convierte en una cercana frontera mental. Eso es un western", dijo Ángel en Más allá del Oeste, libro que editó EL PAÍS y que recientemente rescató Debate. "Desde hace casi dos décadas no hay producción masiva de westerns en los Estados Unidos, pero el western como género, es decir como convención, como rito civil, como estilo de relato, como mitología e incluso como cosmogonía, no ha muerto por ello", señaló en un artículo sobre Pekinpah. La idea de que el cine del Oeste es una forma de mirar el mundo más que un género gravita en muchas de sus críticas, que nos enseñaron a tantos a leer las películas de otra forma más rica y compleja. Quizás Hollywood se esté desinteresando porque sus ejecutivos creen que no da suficiente dinero –se equivocan: Valor de ley ha sido muy rentable–, pero el género permanece más allá de las praderas: Avatar no deja de ser un puro western por mucho que los indios sean alienígenas azules y transcurra en un lejano planeta.

Y vuelvo a la pregunta inicial: ¿por qué sobreviven los western? Creo que la película de los Coen nos da muchas claves (una de ellas es que en la proyección en la que la vi en Madrid hubo aplausos espontáneos, como si estuviésemos en Cinema Paradiso): el cine del Oeste nos enfrenta con dilemas morales, nos habla de personajes cabezotas, que nunca se rinden, de héroes reluctantes, tipos que hacen el bien por encima de sus propios deseos (nadie encarna tan claramente ese personaje como John Wayne en Centauros del desierto, un filme de John Ford que compite con Ciudadano Kane en todas las encuestas por el título de la mejor película de la historia), nos relata la construcción de un país mientras que, como espectadores, encontramos el refugio apacible de los recuerdos de nuestra infancia. Son filmes que mezclan la violencia y la poesía, el amor y los paisajes infinitos, nos hablan de puestas sol –incluso hay un subgénero que lleva esa imagen en su denominación: western crepuscular– y de espacios infinitos, de venganzas que nunca terminan, de héroes ocultos y olvidados, de historias de amistad por encima de cualquier obstáculo. El western forma parte de la vida y regresar a él es recuperar una parte de todos nosotros. Por eso siempre vuelve.

Guillermo Altares PapelesPerdidos

2 comentarios:

margasala dijo...

tu blog es como el vino con el tiempo cada día mejor.

Penagos dijo...

Gracias margasala , esperemos que no nos deje resaca. Tu comentario me anima a seguir hacia adelante.