viernes, 10 de diciembre de 2010

A Sole

Por la amistad con tus hijos, especialmente con Pilar, como un hijo más te lloro ¡Oh Sole! Fuiste mujer en tierra Castellana y como tal vivistes, con entereza y firmeza. Dejaste profunda huella en cuantos te quieren y pasará mucho tiempo en borrarse, si se borra, tu recuerdo. Descansa en Paz y disfruta de esa nueva vida en la que nos reuniremos pronto contigo.
Yo canto con el poeta:
Porque ya mis tristezas son como los matices
sombríos de los cuadros en que la luz fulgura;
porque ya paladeo la gota de la amargura
en el dorado néctar de las horas felices;

porque sé abandonarme, con la santa inconsciencia
de una tabla que flota, sobre el mar de la vida,
y aparté de mis labios la manzana prohibida
con que tentarme quiso el árbol de la ciencia;

porque supe vestirme con el albo ropaje
de mi niñez ingenua, aspirar el salvaje
aroma de los campos, embriagarme de sol,
y mirar como enantes el pájaro y la estrella
(el pájaro que un día me contó su querella;
la estrella que una noche conmigo sonrió),

y porque ya me diste la calma indeficiente,
vida, y el don supremo de la sonrisa franca,
sobre la piedra blanca voy a posar mi frente
y marcaré este día con otra piedra blanca. . .

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