Antes que el diablo sepa que has muerto (2008)
La década de los noventa fue, quizás, la peor etapa de Sidney Lumet, director de clásicos indiscutibles como ‘Doce hombres sin piedad’ (su soberbio debut) o ‘Tarde de perros’, entre otros excelentes títulos de su extensa filmografía.
En el año 2006 la simpática ‘Declaradme culpable’ (película con la que Vin Diesel demostró que era más que un tipo duro que suelta mamporros) parecía que nos deparaba el mejor Lumet, aunque finalmente quedó en tan sólo un intento. Nada desdeñable, eso sí.
Hoy podemos decir que con ‘Before the Devil Knows You’re Dead’ (título original que por una vez se ha traducido aquí correctamente) Lumet está, a sus 83 años, en plena forma. Contando con un excelente reparto y con una trama mil veces vista, el director se marca un intenso y desgarrador thriller dramático cargado de mala uva y pesimismo.
La historia trata sobre dos hermanos de clase acomodada que pasan una mala época económica y deciden atracar la joyería de sus padres, contando que todo salga sin problemas ni imprevistos y el seguro se haga cargo de las pérdidas.Desgraciadamente, el ‘a priori’ impecable plan no sale como era de esperar y lo que iba a ser un atraco de niños, se convierte en una horrible pesadilla para todos los implicados en él.
En un principio puede sonar todo al típico thriller de atracos que salen mal, pero nada más lejos de la realidad. Si bien es cierto que se mueve en las tesituras habituales del thriller, la reconstrucción de los hechos y la profundización en los personajes y sus motivaciones elevan al film muy por encima de la media.
Todo empieza con el día del robo, momento en el que observamos lo bien que empieza y lo mal que acaba. A partir de ahí y mediante un continuo recurso -más estético que estrictamente funcional- de saltos en el tiempo hacia delante y hacia atrás y viceversa, vamos descubriendo las terribles consecuencias que ocasiona el desastroso atraco a la joyería, y los personajes se van ‘desnudando’ ante nuestra atenta mirada dejando al descubierto sus más bajos instintos, sus miedos, sus recelos, sus obsesiones, sus vicios. Todo aderezado con un ritmo pausado, una dirección sobria pero muy sugerente y un trío de actores que bordan sus respectivos papeles.
Hank (Ethan Hawke) es el hermano pequeño, divorciado y padre de una niña a la que hay que pasar una pensión de la que no puede hacerse cargo. Pasa el tiempo metido en el bar ahogando sus penas en alcohol y discutiendo con su ex-mujer por culpa del maldito dinero.
Andy (Philip Seymour Hoffman) es el hermano mayor -son tres, contando una hermana-, un hombre de negocios cansado de su trabajo y aburrido de su monótono matrimonio (con una Marisa Tomei bellísima a sus 44 años). Su vía de escape y su perdición: los chutes de heroína.
Ambos, por un motivo u otro, necesitan el dinero desesperadamente y por ello, Andy decide atracar la joyería de sus padres, contando con la ayuda de su hermano para ejecutar el plan.
La cosa parece sencilla dado que apenas hay vigilancia, conocen el sistema de alarma y desde dónde se acciona y detrás del mostrador tan sólo habrá una mujer de 67 años que no va a dar problema alguno. Sin embargo, y como era de esperar, las cosas se truncan de mala manera y eso desencadenará una serie de nefastos acontecimientos que pondrán a los hermanos entre la espada y la pared.
Cada paso que den para solucionar su situación no hará otra cosa que empeorarla. Cada mentira que digan se irá acumulando al montón de mentiras que ya carcomen su alma. El diablo que todos llevamos dentro despertará como nunca antes lo había hecho. Andy y Hank descenderán a los infiernos de la culpa y el pecado.
Obviamente no voy a desvelar más detalles de la trama, siendo lo contando hasta ahora lo justo para saber qué tipo de película tenemos delante.
El drama está por encima de todo. La degradación y desesperación de los personajes es lo que le da un valor añadido a una historia sencilla y tópica en ciertos aspectos. El guión ata bien los cabos, aunque quizás no profundiza en algún personaje, como el que encarna Marisa Tomei, que queda en un segundo y que, a fin de cuentas, tampoco tiene una relevancia mayor que cierto conflicto que implica a los personajes principales.
La labor de Ethan Hawke, Philip Seymour Hoffman y Albert Finney como el padre de los dos hermanos me parece impecable. Puede que de los tres actores el que más destaque sea el versátil Hoffman, pero todos están convincentes en sus respectivos roles, dándole el realismo y la expresividad necesaria que requieren sus personajes ante la dramática situación que están padeciendo.
Los secundarios también cumplen con su cometido, de modo que en el apartado actoral no hay fisuras de ningún tipo, como no las hay en el guión, cuyo rompecabezas se va resolviendo a medida que pasan los minutos, encajando las piezas con un sólido engranaje. Aunque como ya he comentado antes, quizás la parte relacionada con el personaje de Tomei esté un poco de más, aunque no molesta en absoluto (y menos con los desnudos gratuitos que éste nos ofrece). Y probablemente el romper la continuidad temporal de la historia a más de uno se le haga un tanto pesado, pero no deja de ser un mal menor.
‘Antes que el diablo sepa que has muerto’ es un película de ambición, venganza y traición. Dos horas del mejor Lumet. Si vais con la intención de ver ‘otra peli de robos’ puede que os encontráis con algo que no esperabais, ya sea para bien o para mal.
Ojala estés en el cielo media hora antes que el diablo sepa que has muerto (Tradicional brindis irlandés)
Si queréis saber si los protas llegarán a tiempo, ya sabéis lo que tenéis que hacer.
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