Febrero llegará después
y cumplirás un año más.
Entretanto,
cambias el mundo y el paisaje en la mañana
con solo despertarte.
Le mudas el color a la vida
dibujando y pintando el añil del mar
en la luz que escapa hacia lo alto,
aplastando con su sombra cenital
cualquier amago libertario.
Cuando llega la tarde,
cuando el día se aleja
desciende la sangre por tus piernas
y en ellas se remansa.
El ocaso esperado platea su ceguera entre las barcas
y el mar calla. Pero llega la luna de febrero
y el silencio habla. Pausado pero habla
y esa soledad tan desolada estalla
y abre sus entrañas rojas como granadas,
que escurren y acompañan la distancia
de ese reloj de arenas completamente blancas.
Existes porque estás en su mirada,
la luz de la luna se convierte en humo
y como el humose difumina y escapa tras de ti
y te resbala
y recobra en tus cabellos
la noche y las estrellas intactas.
Pero llega la luna de febrero
y el silencio habla
Escrito por Musaraña
Benacazón 11.01.1999
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