Retrato
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara , ni un Bradomín he sido
-ya conocéis mi torpe aliño indumentario-,
mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
-quien habla solo espera hablar a Dios un día-;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último viaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
Antonio Machado
Antonio Machado
“Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla”. Muchos son los que conocen esta mítica frase del inolvidable Antonio Machado. Sin embargo, poco saben, que el lugar del que habla el poeta en su famoso poema Retrato es el conocido Palacio de las Dueñas, actual residencia de los Duques de Alba. Una de las habitaciones de esta mansión fue testigo del nacimiento del artista y en el muro de entrada, una placa señala que en una de las dependencias que alquiló el administrador del duque a los padres de Antonio Machado, nació y vivió su infancia el poeta. En 1985 el Ayuntamiento de Sevilla colocó una placa conmemorativa que reza: En una vivienda de este palacio nació el 26 de julio de 1875. Aquí conoció la luz, el huerto claro, la fuente y el limonero.
Pero no sólo la leyenda literaria hace de este monumento algo especial. La belleza del lugar habla por si misma. Desde el siglo XV se erige en pleno centro – cerca de la Catedral, el Alcázar y la Judería- este espectacular palacio sevillano que combina a la perfección los estilos gótico, plateresco y mudéjar. El portón de ingreso a la casa ya nos permite hacernos una idea de la belleza de un edificio al que no le falta de nada, ni siquiera una iglesia. Su elaborado interior, los hermosos jardines y patios que lo rodean, las antiguas cancelas,… Cada rincón nos hará recrearnos la vista con interesantes detalles de épocas pasadas.
Aquellos viajeros que quieran apreciar en todo su esplendor la arquitectura andaluza no pueden pasar por alto este palacio ya que cada una de sus habitaciones, mobiliario, patios y detalles en general recrean el típico estilo sevillano. Será necesario abrir bien los ojos, observan nuestro alrededor a cada paso, para no perdernos ni un detalle. Los ladrillos, tejas, azulejos, encalados y cerámica del siglo XVI son algunas de las cosas que no podemos perdernos.
La casa que hoy en día vemos no siempre fue así. El palacio ha sufrido, Ha sido reformado durante los siglos XVIII y XIX, diversas modificaciones, la mayoría, destinadas a dotar de mayor amplitud las instalaciones.
Carmen Pérez
No hay comentarios:
Publicar un comentario