miércoles, 4 de diciembre de 2013

Una mosca de medio metro en el sótano de Caltech

En la oscuridad de los sótanos del Instituto Tecnológico de California (Caltech) una mosca gigante mueve lentamente sus alas. La imagen, que parece salida de una pesadilla, es el escenario cotidiano en que trabaja Michael Dickinson, un investigador obsesionado con el vuelo de estos animales.

En el interior de un gran tanque de aceite, este prototipo a escala llamado “Robofly” reproduce el movimiento de las alas de los insectos reales (ver vídeo con más detalles). La simulación permite a los investigadores contemplar los vórtices que genera el movimiento y les ha ofrecido una valiosa información sobre su aerodinámica. (Seguir leyendo) En concreto, Dickinson descubrió que el particular aleteo de la mosca de la fruta (Drosophila melanogaster) genera un vórtice en forma de tornado en los extremos que le permite un ahorro de energía del 50% respecto a otras soluciones de vuelo. Este hallazgo puede servir para avanzar en diseños aerodinámicos, especialmente de pequeños robots, que necesitan movimientos precisos con pequeños consumos. Pero la pasión de Dikinson por las moscas le ha llevado a otros hallazgos igual de interesantes. Él y su ayudante Gwyneth Card publicaron hace un año un estudio en Current Biology sobre la forma en que las moscas levantan el vuelo para escapar del peligro. Las imágenes grabadas en cámara superlenta muestran cómo la mosca es capaz de anticipar la amenaza y escapar en dirección opuesta en apenas unos milisegundos.
   
El misterio, según Dickinson, es “cómo un animal con un sistema nervioso tan pequeño, apenas unos miles de neuronas, puede tener una respuesta tan sofisticada”. El día que resuelva esta incógnita puede que muchos comprendan por qué dedicar una vida a estudiar el vuelo de las moscas no es, ni mucho menos, una pequeñez.

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