Días muy Tontos
Sin motivo aparente hay días que amanecen grises, sin colores. Hay días que salen regiraos, torcios. Hay días llenos de manchurrones, en los que me levanto de la cama con el pie equivocao. Hay días con acuse de recibo y cartas certificadas. Hay días tontos, cabrones, tan idiotas que hasta me hacen llorar. Hay días cobardes, que pasan a paso lento. Días aletargados, moribundos. Hay días que me tapo con las sábanas hasta la cabeza, que apago el despertador y sigo durmiendo. Días de migraña, días de dolor en el alma. Hay días que me da pereza levantarme, que me cuesta sonreír. Hay días de persianas bajadas. Hay días que de sincero me paso y otros que solo puedo mentir. Hay días negros como dientes picaos, como un túnel y otros que hay tanto sol que nunca se hace de noche.
Hay días desiertos, días de puertas cerradas. Días en los que la peña me molesta, donde la mala leche de mi se apodera. Días que me estorba la gente. Días que nado en jarras de cerveza y otros que me hundo en el fondo de un armario. Días en los que amanezco en cruz, retorcido como un ocho. Días en los que lloro. Días en los que busco caricias. Pero mucho más a menudo de lo que hubiese deseado tengo días putos, días tontos, días tan tontos que son difíciles de arrancar del calendario. Días tan tontos que sólo atino a llorar. Sin motivo aparente hay días que amanecen con el propósito de torturar, de malgastarse sin más. Días empañados, cerrados como porticotes, morados como moratones.
por Mario Álvarez
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