En la calma oscura de la noche
desaparece lo incierto de los días
la mañana perturba el corazón
y en esa incongruencia de sucesivos sentimientos
madura y va agotándose el invierno.
Aparece azul la luz en primavera,
en el lago los lotos,
en las lindes la zarza enredadera
más todo se va y todo vuelve
y así el verano empieza madurando las mieses.
El cielo permanentemente añil se acera en el ocaso
cubriéndose de vetas que arden rojas en la tarde.
La noche es en otoño, la noche más hermosa
y recogida la uva, pisada en el lagar
el aire huele a mosto.
Del morado cárdeno del fruto, mana el licor
que se vuelve vino en el invierno.
Junto a los leños crepitando en el fuego
brindamos pacientes las ausencias
alzamos la bebida transparente y bebemos
besos de espuma y cristal en nuestras copas.
Escrito por Musaraña
Benacazón 18.01.1998
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