sábado, 14 de abril de 2012

Las aventuras de Tintín: El secreto del Unicornio

Titulo original: The Adventures of Tintin
Dirección: Steven Spielberg
País: USA
Año: 2011
Género: Family, Fantasy
Guión: Edgar Wright, Steven Moffat, Joe Cornish
Producción: Peter Jackson, Kathleen Kennedy y Steven Spielberg
Música: John Williams
Montaje: Michael Kahn
Estreno en España: 2011-10-28
Reparto: Jamie Bell, Andy Serkis, Daniel Craig, Simon Pegg, Nick Frost, Gad Elmaleh, Toby Jones, Mackenzie Crook

Vaya por delante que me tocan mucho las narices los intentos de exportación cultural contemporánea francesa, intentando crear iconos internacionales de mitos tan franceses que solo le gustaran a los mismísimos parisinos. Aún así, los galos adoptaron al belga Tintín como uno de sus referentes culturales más importantes (los que tuvimos oportunidad de visitar el pabellón francés y belga en la Expo 92 nos hartamos de Tintín y todas sus variantes...). Una vez dicho esto, hay que recordar que el particular reportero del rubio flequillo es producto de una época (desde 1930 a 1976) en la que no existía internet, ni las consolas, ni los smartphones, y donde las claves visuales y estéticas del cine (y por supuesto, del cómic) eran otras completamente diferentes. Aunque Hergé bebió de toda la tradición cinematográfica clásica de aventuras de Hollywood, se quedó en lo más clásico. Por eso parecía ideal que Steven Spielberg, otro admirador de esa cinematografía -como ha demostrado sobradamente en la saga de Indiana Jones- tomara las riendas de esta bizarra adaptación cinematográfica en la que los personajes reales se digitalizan para conseguir una textura entre el cómic, la animación y lo real. Y lo cierto es que técnicamente, no se le puede poner un pero: está tan bien integrado todo -a años luz de anteriores experimentos como el "Polar Express" de Zemeckis- que a los pocos minutos de proyección uno se olvida que está viendo dibujos animados. El problema es que Tin Tín es un personaje tan pasado de moda, como Betty Boop. Pretender que la pequeña y pizpireta muñequita en blanco y negro sea un sexsymbol (como lo fue en los años 30) en la actualidad sería una locura. De la misma manera, creer que Tin Tín y sus trasnochadas aventuras, llenas de personajes tan estúpidos como Hernández y Fernández (en el original, Dupond y Dupont), el capitán Haddock o el profesor Tornasol conecten en la actualidad con un público que ya está harta de ver galaxias muy, muy lejanas o Transformers, no solo es ingenuo. Es sencillamente estúpido. La trama argumental del film no está mal, y mete al reportero pelirrojo y su foxterrier en una vorágine que le llevará a otros continentes, tesoros ocultos, misterios sin resolver y varias vicisitudes que estarán plagadas de personajes malvados, retos que superar y enigmas que resolver. Bien, todo es muy espectacular, los paisajes dibujados impresionantes, la técnica del film impecable... pero no funciona. Es todo muy tonto, muy simple, demasiado obvio, demasiado predecible... demasiado Ton Tón. Tin tín, es como Supermán: sin aristas, sin resquicios, un valor absoluto y absolutamente aburrido. La grandeza de las grandes narraciones, desde los clásicos literarios a las películas míticas en la historia del cine, es precisamente la contradicción de los personajes, su humanización. Es mucho más interesante Spiderman que Supermán, porque Peter Parker es un adolescente amargado que no se come una rosca ni queriendo y tiene una lucha interna entre ser bueno "porque sí" o rentabilizar su poder económicamente -de hecho, eso fue lo que hizo que su tío Ben resultara asesinado-, mientras que Clark Kent es un simple paréntesis para que Supermán siempre sea superbueno, superlisto, supertodo. Aburrido, muy aburrido. Por eso el nivel de todos esos personajes de ficción ha ido (gracias al cielo) subiendo enteros a lo largo de los años, y los que han permanecido incólumes en la historia (desde El Quijote a D'artagnan, desde Jasón al Capitán Alatriste) lo han hecho porque ya tenían una historia, una complejidad que les hacía únicos más allá de su primordial característica. Pero Tin tín, no: siempre ha sido un repipi con pantalones de bombacho y tupé...y lo sigue siendo, aunque ahora haya sido digitalizado y mostrado en 3d. Como si me lo muestran con un implante cibernético en el cerebro, porque si sigue siendo así de tonto, me interesará tan poco como cuando sacaron sus primeras tiras de cómics. Y esto lo dice un fanático del cómic -incluido el cómic francés, con un inolvidable Jean Giraud "Moebius" o Chantal Montellier- al que le siguen fascinando las historietas, vengan de donde vengan. Bueno, si vienen de Bélgica, y lo que cuentan son las aventuritas de un niñato con un perro, esas no me interesan. Para nada.

por Federico Casado Reina

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