jueves, 30 de junio de 2011

Noche

Los mostradores de cinc pasan por las cloacas,
la lluvia vuelve a ascender hasta la luna;
en la avenida una ventana
nos revela una mujer desnuda.

En los odres de las sábanas hinchadas,
en los que respiran la noche entera,
el poeta siente que sus cabellos
crecen y se multiplican.

El rostro obtuso de los techos
contempla los cuerpos extendidos.
Entre el cielo y los pavimentos
la vida es una pitanza profunda.

Poeta, lo que te preocupa
nada tiene que ver con la luna;
la lluvia es fresa,
el vientre está bien.

Mira cómo se llenan los vasos
en los mostradores de la tierra.
La vida está vacía,
la cabeza está lejos.

En alguna parte un poeta piensa.
No tenemos necesidad de la luna,
la cabeza es grande,
el mundo está atestado.

En cada aposento
el mundo tiembla,
la vida engendra algo
que asciende hacia los techos.

Un mazo de cartas flota en el aire
alrededor de los vasos;
humo de vinos, humo de vasos
y de las pipas de la tarde.

En el ángulo oblicuo de los techos
de todos los aposentos que tiemblan,
se acumulan los humos marinos
de los sueños mal construidos.

Porque aquí se cuestiona la vida
y el vientre del pensamiento;
las botellas chocan con los cráneos
de la asamblea aérea.

El verbo brota del sueño
como una flor o como un vaso
lleno de formas y de humos.

El vaso y el vientre chocan;
la vida es clara
en los cráneos vitrificados.

El areópago ardiente de los poetas
se congrega alrededor del tapete verde,
el vacío gira.

La vida pasa por el pensamiento
del poeta melenudo.

En la calle sólo una ventana,
las cartas mezcladas suenan.
En la ventana la mujer sexuada
somete su vientre a discusión.

Antonin Artaud

QUISE

A Susana Rivera

Quise mirar el mundo con tus ojos
ilusionados, nuevos,
verdes en su fondo
como la primavera.
Entré en tu cuerpo lleno de esperanza
para admirar tanto prodigio desde
el claro mirador de tus pupilas.
Y fuiste tú la que acabaste viendo
el fracaso del mundo con las mías.

Ángel González

DIENTES DE FLORES, COFIA DE ROCÍO...

Último poema antes de suicidarse.

Dientes de flores, cofia de rocío,
manos de hierbas, tú, nodriza fina,
tenme prestas las sábanas terrosas
y el edredón de musgos escardados.


Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame.
Ponme una lámpara en la cabecera;
una constelación, la que te guste;
todas son buenas, bájala un poquito.


Déjame sola; oyes romper los brotes...
te acuna un pie celeste desde arriba
y un pájaro te traza unos compases


para que olvides... Gracias... Ah, un encargo:
si él llama nuevamente por teléfono
le dices que no insista, que he salido.


Alfonsina Storni

miércoles, 29 de junio de 2011

El condenado

No he visto la aurora del amanecer,
la espuma del mar, la paz de haber sido,
desconozco el gusto de un fruto caído,
el pan que se obtiene del propio quehacer.

Las cosas comunes que tocan mis manos
me juzgan inepto y se quieren soltar.
No sé de raíces, de aquél cosechar
que siembra alimentos sencillos y sanos.

No soy como el pájaro acorde a su nido,
la materia útil no he comprendido
ni el simple ladrillo, mi ser no me agrada.

Quisiera a mí mismo tenerme olvidado
pero soy poeta y estoy condenado
a hablar sobre todo cuando no soy nada.

por Alejandro Marzioni

ÁRBOL DE DIANA

1
He dado el salto de mí al alba.
He dejado mi cuerpo junto a la luz
y he cantado la tristeza de lo que nace.
2
Estas son las versiones que nos propone:
un agujero, una pared que tiembla...
3
sólo la sed
el silencio
ningún encuentro
cuídate de mí amor mío
cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra
4
                                               Ahora bien:
Quién dejará de hundir su mano en busca
del tributo para la pequeña olvidada. El frío
pagará. Pagará el viento. La lluvia pagará.
Pagará el trueno.
5
por un minuto de vida breve
única de ojos abiertos
por un minuto de ver
en el cerebro flores pequeñas
danzando como palabras en la boca de un mudo
6
ella se desnuda en el paraíso
de su memoria
ella desconoce el feroz destino
de sus visiones
ella tiene miedo de no saber nombrar
lo que no existe
7
Salta con la camisa en llamas
de estrella a estrella,
de sombra en sombra.
Muere de muerte lejana
la que ama al viento.
8
Memoria iluminada, galería donde vaga
la sombra de lo que espero. No es verdad
que vendrá. No es verdad que no vendrá.
9
A Aurora y Julio Cortázar
Estos huesos brillando en la noche,
estas palabras como piedras preciosas
en la garganta viva de un pájaro petrificado,
este verde muy amado,
este lila caliente,
este corazón sólo misterioso.
10
un viento débil
lleno de rostros doblados
que recorto en forma de objetos que amar
11
ahora
           en esta hora inocente
yo y la que fui nos sentamos
en el umbral de mi mirada
12
no más las dulces metamorfosis de una niñ3; de seda
sonámbula ahora en la cornisa de niebla
su despertar de mano respirando
de flor que se abre al viento
13
explicar con palabras de este mundo
que partió de mí un barco llevándome
14
El poema que no digo,
el que no merezco.
Miedo de ser dos
camino del espejo:
alguien en mí dormido
me come y me bebe.
15
Extraño desacostumbrarme
de la hora en que nací.
Extraño no ejercer más
oficio de recién llegada.
16
has construido tu casa
has emplumado tus pájaros
has golpeado al viento
con tus propios huesos
has terminado sola
lo que nadie comenzó
17
Días en que una palabra lejana se apodera de mí. Voy por esos días
sonámbula y transparente. La hermosa autómata se canta, se encanta,
se cuenta casos y cosas: nido de hilos rígidos donde me danzo y me
lloro en mis numerosos funerales. (Ella es su espejo incendiado, su
espera en hogueras frías, su elemento místico, su fornicación de nom-
bres creciendo solos en la noche pálida.)
20
a Laure Bataillon
dice que no sabe del miedo de la muerte del amor
dice que tiene miedo de la muerte del amor
dice que el amor es muerte es miedo
dice que la muerte es miedo es amor
dice que no sabe
21
he nacido tanto
y doblemente sufrido
en la memoria de aquí y de allá
22
en la noche
un espejo para la pequeña muerta
un espejo de cenizas
23
una mirada desde la alcantarilla
puede ser una visión del mundo
la rebelión consiste en mirar una rosa
hasta pulverizarse los ojos
32
Zona de plagas donde la dormida come lentamente
su corazón de medianoche.
33
alguna vez
                   alguna vez tal vez
me iré sin quedarme
                   me iré como quien se va
34
la pequeña viajera
moría explicando su muerte
sabios animales nostálgicos
visitaban su cuerpo caliente
35
a Ester Singer
Vida, mi vida, déjate caer, déjate doler, mi vida, déjate enlazar de fue-
go, de silencio ingenuo, de piedras verdes en la casa de la noche,
déjate caer y doler, mi vida.
37
más allá de cualquier zona prohibida
hay un espejo para nuestra triste transparencia
38
Este canto arrepentido, vigía detrás de mis poemas'
este canto me desmiente, me amordaza.
Alejandra Pizarnik

EL SOLILOQUIO DE HAMLET

¡Ser, o no ser, es la cuestión!  -¿Qué debe
más dignamente optar el alma noble
entre sufrir de la fortuna impía
el porfiador rigor, o rebelarse
contra un mar  de desdichas, y afrontándolo
desaparecer con ellas?

Morir, dormir, no despertar más nunca,
poder decir todo acabó; en un sueño
sepultar para siempre los dolores
del corazón, los mil y mil quebrantos
que heredó nuestra carne, ¡quién no ansiara
concluir así!

¡Morir... quedar dormidos...
Dormir... tal vez soñar!   -¡Ay! allí hay algo
que detiene al mejor. Cuando del mundo
no percibamos ni un rumor, ¡qué sueños
vendrán en ese sueño de la muerte!
Eso es, eso es lo que hace el infortunio
planta de larga vida. ¿Quién querría
sufrir del tiempo el implacable azote,
del fuerte la injusticia, del soberbio
el áspero desdén, las amarguras
del amor despreciado, las demoras
de la ley, del empleado la insolencia,
la hostilidad que los mezquinos juran
al mérito pacífico, pudiendo
de tanto mal librarse él mismo, alzando
una punta de acero? ¿quién querría
seguir cargando en la cansada vida
su fardo abrumador?...

Pero hay espanto
¡allá del otro lado de la tumba!
La muerte, aquel país que todavía
está por descubrirse,
país de cuya lóbrega frontera
ningún viajero regresó, perturba
la voluntad, y a todos nos decide
a soportar los males que sabemos
más bien que ir a buscar lo que ignoramos.
Así, ¡oh conciencia!, de nosotros todos
haces unos cobardes, y la ardiente
resolución original decae
al pálido mirar del pensamiento.
Así también enérgicas empresas,
de trascendencia inmensa, a esa mirada
torcieron rumbo, y sin acción murieron.

William Shakespeare

martes, 28 de junio de 2011

lunes, 27 de junio de 2011

domingo, 26 de junio de 2011

No a las corridas de toros

Las víctimas de las minas antipersona

EL PAÍS

Las princesas delicadas(Cuento infantil)

En un hermoso país donde los arroyos susurraban al aire, las montañas adornaban el cielo y las flores enriquecían el olfato, se encontraba el castillo más bello y fuerte, presidido por un Rey agradable y bondadoso.

Dicho Rey se llamaba Olias Rey del Mar, o así al menos le conocían.

Olias tenia la fortuna de estar casado con una bella esposa, que no era del todo humana, puesto que su raza era la de hada de los bosques, y hacia ya mas de veinte años que mantenían una relación de amor y devoción el uno por el otro.

Él, humano y ella hada, eran la pareja más dispar que existía en su reino, pero todos los hombres del país aceptaban de buena fe su relación.

La reina Marigold, pues ese era su nombre, era extremadamente amable con sus súbditos, regalando y ofreciendo todo lo que a su alcance tenía, para hacerles la vida un poco más fácil.

El destino les había obsequiado con tres bellísimas hijas, a cada cual mas hermosa, con tan solo un año de diferencia entre ambas.

La mayor tenia 18 años de edad y su cabello era como la seda, con labios carnosos y facciones dulces. Sus padres la habían puesto por nombre Daliena, que en el idioma de las hadas significaba fortaleza.

La mediana tenia 17 años de edad y su pelo largo y ondulado le caía por la espalda como cascada, con ojos del color del mar y mejillas siempre sonrosadas. Ella se llamaba Iris, en el dialecto de las hadas significaba gran belleza.

La mas pequeña de las hermanas tenia 16 añitos recién cumplidos y su cabello era dorado como el sol, fino y liso, tan largo que debía tener cuidado de no enredarlo con el movimiento, poseía labios de un rojo natural, que deslumbraba a cuantos se acercaran, y un profundo color azul oscuro en los ojos. Su nombre era Ahmis, que significaba sabiduría.

Todo en la vida de palacio era felicidad y armonía, las tareas de las princesas solo cesaban para dar paso al juego y la algarabía de sus tardes.

Las princesas tenían una peculiaridad inquietante, a causa de la mezcla en su árbol genealógico, un padre humano y una madre hada, tenían que ocasionar algún final inesperado.
A la corta edad de los cinco años, cada una de las princesas respectivamente, había experimentado un cambio en su aspecto físico, dejando asomar unas pequeñas marcas en sus espaldas, que con el crecimiento de sus cuerpecitos, se habían transformado en unas alas preciosas, de colores pasteles y tacto de seda.
Nada más lejos de la realidad, el que estos ornamentos, fueses desagradables a la vista, al contrario, las ofrecía un aspecto mucho más dulce y tierno.
Las alas de las muchachas no servían para mucho, eran un simple adorno.

Un día paseaban por el jardín del castillo, agarrados del brazo, el Rey Olias y su hija mayor Daliena, encaminando sus pasos por debajo de los rosales en flor, disfrutando del día en compañía el uno del otro, cuando un acontecimiento al parecer no tan liviano, los sorprendió, un pétalo de rosa cayo de su sitio, para estrellarse en la cabeza de la princesa, esta de inmediato cayo al suelo por el golpe y se desmayo.

Pensareis que fue una reacción un tanto exagerada, pero es que se me olvido decir que las princesitas eran muy delicadas.

Rápidamente la llevaron a la enfermería del palacio y allí pudieron comprobar que en su frente había un gran bulto, ocasionado por aquel fatídico pétalo de rosa.

Después de algunos días hospitalizada, se recupero, pero en el corazón del Rey se había hospedado el más negro pesar, puesto que su hija mayor jamás volvería a ser la misma después del fatídico accidente.

La consternación llego hasta lo más remoto del reino, haciendo que todas sus gentes, sintieran la preocupación por el Rey y su hija.

Pasaron los meses en el palacio, hasta que una mañana oscura y triste, todo el castillo despertó con el grito mas desgarrador, era la voz de Iris, que se alzaba alto desde sus aposentos. En una fracción de segundo todos los súbditos y el Rey y Reina, llegaron a la recamara de su hija mediana, para comprobar que era lo que sucedía.

Los gritos de la princesa eran de dolor, de un dolor punzante que se localizaba en su espalda, un poco más abajo de sus pequeñas alitas. Creyeron que quizás eran estas mismas las causantes de aquel sufrimiento, pero al levantar sus ropas, vieron que en realidad la herida rosada de su piel, no tenía nada que ver.

El doctor la reconoció y conjeturo que debía de tratarse de algo que se ocultara en su lecho. Las sirvientas movieron, buscaron e inspeccionaron toda la cama, pero después de muchos minutos sin respuesta, comprobaron que lo único que podía haber causado aquello, era una pequeña arruga en sus sabanas. Y así lo descubrieron, la princesa había sido herida, por una simple arruguita en la suave tela.

Después de muchos días de curas y ungüentos, la princesa se recupero, pero en el corazón del Rey había un gran pesar, puesto que su hija mediana jamás volvería a ser la misma después de aquella desgracia.

El Rey Olias, temía por la vida se su ultima hija sana, su pequeña y frágil Ahmis, que era entre las tres la mas desvalida.

A pesar de las negativas y peleas de su hija pequeña, el Rey decidió poner fin a su sufrimiento y encargar una urna de cristal, donde salvaguardar a su inocente niña.

Eran en verdad una urna muy fastuosa, con grabados en los bordes y colores relucientes, pero la princesa no mostraba un gran entusiasmo.

Pasaron las semanas, y el verano llego, y con el las flores, el verde y los animales, incluidos los bichitos mas pequeños. Uno de estos pequeños mosquitos, se coló dentro de la urna, en el mismo momento que una doncella, llevaba la comida a la princesa encerrada. Pero nadie se dio cuenta de la entrada del intruso.

El mosquito se acerco a la princesa y se posiciono delante de su hermoso rostro, y con el aleteo de sus alitas, hizo llegar una minima corriente de aire hasta la joven, para con ese acto, hacerla estornudar.

La princesa Ahmis, cayo enferma por un terrible resfriado, y al comunicarle a su padre, que había sido producido por un mosquito, el Rey entro en cólera.

La princesa sin duda se recupero, pasadas unas semanas, pero ya os puedo decir, que el Rey comprobó que su hija pequeña, jamás volvería a ser la misma después de aquel inconveniente tan desafortunado.

Y así termina la historia, con un Rey y una Reina, sumidos en la desesperación de nunca llegar a saber, cual de sus tres hijas, era en verdad la más delicada.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

Que nervios, es mi primer cuento infantil, no seais malos conmigo, la idea no es del todo original mia, pero la redaccion y el contenido si, espero que os guste, y debo agradecer la vida de este cuento a Alejandra, que fue la que me convencio en escribir algo infantil. Bueno creo que no quedo del todo mal, ya me diran que les parece, un beso Irene.

sábado, 25 de junio de 2011

viernes, 24 de junio de 2011

Flan de huevo con Pera

Cocina Ligera

Limón

Cocina Sana

Hacer su propio Vinagre Aliño

A todos nos sobra vino. Yo abro una botella los sábados y entre el sábado y el domingo muchas veces no acabamos con la botella y sobra un vaso o dos. Estaba cansado de tirarlo así que me decidí a hacer mi propio vinagre.
El vinagre, técnicamente es el proceso por el cual el alcohol en contacto con el oxigeno y con una bacteria llamada Acetobacter.Esta bacteria transforma el vino en vinagre.
Se llama madre a la materia gelatinosa que se forma en la superficie del vino tras varias semanas de oxidación.
Esta madre es la que tiene la propiedad de hacer de catalizador del proceso para el resto.
Debes de elegir un recipiente en gres o cerámica en el que vierte 2/3 de vino y 1/3 de un vinagre que te guste. En casa usamos uno de Louit que está muy bien. Lo dejas 2 meses y ya está. Vas retirando vinagre pero dejando madre y vas echando nuevo vino.
Si usas un bote de cristal debe estar a oscuras así que lo deberás guardar en un armario.
Debe estar por encima de 20 grados y debe tener oxígeno: yo pongo unas gasas encima que sujeto con una goma.
¡¡ Es un lujo tener vinagre de buenos vinos !!

jueves, 23 de junio de 2011

Bacalao confitado con crema de azafrán

Cocina Ligera

Ensalada de Arroz Salvaje

Cocina Ligera

Milhojas de verduras con queso fontina

Cocina Ligera

miércoles, 22 de junio de 2011

12 Rounds


Director: Renny Harlin
Guionista: Daniel Kunka
Elenco: John Cena (Det. Danny Fisher) Aidan Gillen (Miles Jackson) Ashley Scott (Molly Porter)
País: USA
Año: 2009
Duración: 108´
Género: Trhriller
Música: Trevor Rabin
Fotografía: David Boyd


Si de algo puede presumir 12 Rounds es de tener un ritmo frenético que se mantiene de comienzo a fin. La película se presenta como un juego, similar al que veíamos en la tercera entrega de la Jungla de Cristal donde un energúmeno traía en jaque a los policías, con sus continuas adivinanzas.
Aquí sucede algo parecido. Danny es un agente de policía que un buen día, captura a Miles un traficante de armas internacional, perseguido hace tiempo por la FBI. En el momento de la detención, la pareja del traficante muere, y doce meses después, una vez fuera de la cárcel, el traficante quiere venganza. Así que secuestra a la pareja de Danny y le invita a participar en un juego, que tendrá 12 Rounds.


Si Danny va superando las distintas fases del juego, quizá tenga suerte y puede volver a estrechar a su pareja entre sus brazos.
La ciudad de Nueva Orleans es el tablero en el que se suceden los acontecimientos. El forzudo policía (interpretado por John Cena, antaño luchador profesional) es una apisonadora que se lleva todo por delante. No faltan todas las cargas pirotécnicas imaginables, tal que vuelan edificios por los aires, se destrozan tranvías, muere gente inocente, mientras el tiempo corre, y los rounds van corriendo.


No hay mucho más que contar. Renny Harlin (La Jungla de Cristal 2) pergeña un producto que chorrea adrenalina, merced a un alud de planos que imprimen a la cinta tal velocidad que incluso agota. Mientras el forzudo protagonista va y viene por la ciudad como un dominguillo, pegado continuamente al móvil, siguiendo las instrucciones del criminal.

El final de la película es de traca y se agradece la fisicidad de las escenas, sin abusar de los efectos especiales (así que vemos al prota, bueno a su doble, colgado de un helicóptero, conducir coches de bomberos, tirarse por la fachada de un edificio asido a una correa de goma, etc), con un escena final de las que no se olvidan.

12 Rounds ofrece divertimento puro y duro, sin concesiones al tedio. Una clásica “movie non-stop” que deja al espectador sin resuello, abrumado por cuanto ve en pantalla, y satisfecho con el previsible happy-end.

La actriz por la que Danny se juega el tipo es Ashley Scott, a la que pudimos ver en Into The Blue, luciendo un bonito bikini.

por Popeye Doyle

Atapuerca Burgos

Zapatitos


Cortometraje Consuelo Duval Dir. Armando Ciurana

martes, 21 de junio de 2011

Los primeros pasos del Turismo Espacial

Vía Muy Interesante

Los alimentos del porvenir, en el nutricionista

Vía Muy Interesante

Las edades escatológicas

Vía Muy Interesante

lunes, 20 de junio de 2011

McIlroy hace olvidar a Woods

El prodigio norirlandés, a quien Seve escribió varias cartas de admiración y consejos, gana su primer título del Grand Slam a los 22 años con una aplastante superioridad, igual que el mejor Tiger.

Puede que no haya dos golfistas más diferentes que Rory McIlroy y Tiger Woods. Ambos son mundos opuestos. El jugador natural y delicioso que es el norirlandés de 22 años frente al robótico estadounidense de 35; el chico que ha comenzado a cuidar los abdominales frente al atleta que revolucionó la preparación física; el chico que habla por Twitter, un adolescente con pinta de adolescente, capaz de pelotear al fútbol americano mientras está a punto de ganar el Masters, frente al hombre de hielo, un maestro de la concentración que probó la autohipnosis. Sin embargo, tan distintos en todo como son, hay algo en McIlroy que desde hacía muchos años, muchísimos, solo se veía en El Tigre: una superioridad aplastante sobre el resto de los jugadores cuando están a tope.

Clasificación final
1. R. McIlroy (Irl. del N.), 268 golpes (16 bajo par). 2. J. Day (Aus.), 276. 3. K. Chappel (EE UU), R. Garrigus (EE UU), L. Westwood (Ing.) y Y. E. Yang (Cor. del S.), 278. 7. S. García, 279. 54. Á. Quirós, 291.
McIlroy ganó anoche su primer grande con una demostración de poderío impactante. Líder desde el primer día hasta el cuarto. La tabla de resultados del Abierto de Estados Unidos bien podía corresponderse con la de 2000 cambiando los nombres y dejando los números. McIlroy acabó el torneo con 16 bajo par, la mejor marca de la historia, con ocho golpes de ventaja sobre el australiano Jason Day, que ya fue segundo en el Masters. Las cifras hablan de un abismo como el que solo era capaz de abrir Woods, todavía un tirano en posesión de récords siderales, como el 19 bajo par con el que ganó el Open Británico de 2000.
Curiosamente, justo en el grande que Tiger se ha perdido por lesión por primera vez en 17 años ha explotado en todo su esplendor McIlroy. Como si fuera un relevo en el mundo del golf, una sucesión. Hasta el punto de que ha comenzado a hablarse de la era Rory, en referencia al dominio que puede imponer en los próximos años. Parece que se cierra una época y se abre otra. La del liderazgo europeo. Por primera vez en la historia, los golfistas estadounidenses llevan cinco grandes seguidos sin triunfos. Qué habría pasado con Tiger en el campo del Congressional Club es una incógnita, pero pocos creen que hubiera aguantado el ritmo infernal de McIlroy. En 72 hoyos, el norirlandés tan solo empeoró el par en cuatro. Los demás jugadores pelearon por ser segundos.
McIlroy guarda como un tesoro las cartas que le escribió Seve Ballesteros cuando ganó sus primeros torneos. Cartas de admiración y consejos. Para él, que lamenta que el golf actual esté "perdiendo la imaginación y la habilidad" para apostarlo todo al músculo, las palabras de Ballesteros reafirmaron un estilo en decadencia. El chico es un jugador natural. La imagen a cámara lenta de su swing podría reproducirse como ejemplo de golpe perfecto.
McIlroy tiene ídolos españoles. Además de Seve, hace un año se quedó prendado de Nadal por su mentalidad ganadora. Perder el último Masters de Augusta en la jornada final, después de tres en cabeza y cuatro golpes de ventaja, afectó a su moral. Pero le sirvió también para que naciera en él "un instinto asesino" que desconocía. Ahora no solo es el golfista imaginativo y técnicamente sublime a quien escribió Ballesteros, sino el competidor feroz que vio en Nadal. Anoche, con 22 años, entró en el selecto grupo de los más precoces ganadores de grandes, mitos como Woods (21), Bobby Jones (21), Ballesteros (22), Jack Nicklaus (22) y Gary Player (23).
El brillo de McIlroy lo eclipsó todo. Como el excelente torneo de Sergio García, séptimo con cinco bajo par. El Niño accedió desde la ronda previa y ese sufrimiento para estar entre los mejores ha redoblado su carácter de competidor. En Washington no solo fue constante durante los cuatro días en un grande, un notición, sino que el putt le dio bastantes alegrías y estuvo en la lucha por el podio hasta el final.
Pero este torneo será recordado como el de la coronación del rey McIlroy. El circuito se ha quitado el sombrero ante el genio que viene, el líder en siete de las ocho últimas jornadas de un grande. "Es el mejor jugador que he visto golpear la bola. Hay chavales que van y vienen, pero este es especial", explica Graeme McDowell. "No solo será el próximo Tiger, sino que batirá los récords de Nicklaus \[18 grandes\]", añade Padraig Harrington. Al escuchar estas palabras, McIlroy, como el jovencito que es, enrojeció de vergüenza: "Yo solo quiero mi primer grande... de momento".
Más información:
JUAN MORENILLA 20/06/2011
EL PAÍS

La mejor carne Argentina

La Botica del Alquimista

Vía Muy Interesante

Humanos a toda prueba

domingo, 19 de junio de 2011

Avioneta

Peridids y las Elecciones

EL PAÍS

Forges y las Elecciones

El PAÍS

sábado, 18 de junio de 2011

A LA ROSA SECRETA

Remota e inviolada rosa, la más secreta,
envuélveme en mi hora de horas; allí donde
los que te buscaron en el Santo Sepulcro,
o en la cuba de vino, habitan más allá del tumulto
y la agitación de los sueños derrotados, y en lo hondo
de pálidos párpados, pesadamente sueñan con el sueño
que los hombres llaman belleza. Tus grandes pétalos envuelven
las ancianas barbas, los yelmos de oro y rubí
de los magos coronados; al rey cuyos ojos
vieron las Manos Atravesadas y la Cruz de antaño elevarse
en vapores druídicos que debilitaron las antorchas;
hasta que el vano frenesí le despertó y murió;
y al que encontró a Fand caminando entre el rocío llamenate
junto a una playa gris donde nunca sopló el viento,
y por un beso perdió al mundo y a Emer;
y al que apartó a los dioses de su paz,
y que hasta que florecieron rojas cien mañanas,
se deleitó y lloró los túmultos de sus muertos;
y al orgulloso rey soñador que lejos tiró
corona y pesar, y tras llamar a bardo y bufón,
habitó entre los vagabundos manchados de vino en profundos bosques;
y al que vendió labranza, y casa, y bienes,
y buscó por tierras e islas innumerables años,
hasta que halló, con carcajada y con llanto,
una mujer de hermosura tan deslumbrante
que los hombrestrillaban a medianoche por un rizo,
un ricillo robado. Yo, también, espero
la hora de tu gran viento de amor y odio.
¿Cuándo saltarán las estrellas por el cielo,
como las chispas de una herrería y morirán?
¿Ha llegado, sin duda, tu hora, sopla ya tu gran viento,
remota e inviolable rosa, la más secreta?

William Butler Yeats

ESTOS SON EN VERDAD LOS PENSAMIENTOS

17
Estos son en verdad los pensamientos
de todos los hombres en todas las
épocas y naciones, no son originales míos,
si no son tuyos tanto como míos,
nada o casi nada son,
si no son el enigma y la solución del enigma,
nada son.

Esta es la hierba que crece
dondequiera que haya tierra y agua,
este es el aire común que baña el globo.


Versión de: León Felipe
WALT WHITMAN

CUANDO INFELIZ, POSTRADO POR EL HOMBRE...

Cuando, infeliz, postrado por el hombre y la suerte,
en mi triste destierro lloro a solas conmigo,
y agito al sordo cielo mi grito vano y fuerte,
y, volviendo a mirarme, mi destino maldigo,

y sueño ser como otro más rico en esperanza,
tener su mismo aspecto, gozar sus compañías,
y envidio el arte de éste, del otro la pujanza,
hastiado aún de aquello que me daba alegrías;

si en estos pensamientos mi desprecio me espanta,
pienso en ti felizmente, y entonces mi consuelo
como una alondra a orillas del día se levanta

del mundo oscuro, y canta a las puertas del cielo.
Tal riqueza me ofreces, dulce amor recordado,
que desdeño cambiar con los reyes mi estado.

William Shakespeare

viernes, 17 de junio de 2011

SI PUDIÉRAMOS IR

Él decía a su amada: Si pudiéramos ir
los dos juntos, el alma rebosante de fe,
con fulgores extraños en el fiel corazón,
ebrios de éxtasis dulces y de melancolía,


hasta hacer que se rompan los mil nudos con que ata
la ciudad nuestra vida; si nos fuera posible
salir de este París triste y loco, huiríamos;
no se adónde, a cualquier ignorado lugar,


lejos de vanos ruidos, de los odios y envidias,
a buscar un rincón donde crece la hierba,
donde hay árboles y hay una casa chiquita
con sus flores y un poco de silencio, y también


soledad, y en la altura cielo azul y la música
de algún pájaro que se ha posado en las tejas,
y un alivio de sombra... ¿Crees que acaso podemos
tener necesidad de otra cosa en el mundo?


Victor Hugo

MIRADA FINAL - (MUERTE Y RECONOCIMIENTO)

La soledad, en que hemos abierto los ojos.
La soledad en que una mañana nos hemos despertado, caídos,
derribados de alguna parte, casi no pudiendo reconocernos.
Como un cuerpo que ha rodado por un terraplén
y, revuelto con la tierra súbita, se levanta y casi no puede reconocerse.
Y se mira y se sacude y ve alzarse la nube de polvo que él no es, y ve aparecer sus miembros,
y se palpa: «Aquí yo, aquí mi brazo, y este mi cuerpo, y esta mi pierna, e intacta está mi cabeza»;
y todavía mareado mira arriba y ve por dónde ha rodado,
y ahora el montón de tierra que le cubriera está a sus pies y él emerge,
no sé si dolorido, no sé si brillando, y alza los ojos y el cielo destella
con un pesaroso resplandor, y en el borde se sienta
y casi siente deseos de llorar. Y nada le duele,
pero le duele todo. Y arriba mira el camino,
y aquí la hondonada, aquí donde sentado se absorbe
y pone la cabeza en las manos; donde nadie le ve, pero un cielo azul apagado parece lejanamente contemplarle.
Aquí, en el borde del vivir, después de haber rodado toda la vida como un instante, me miro.
Esta tierra fuiste tú, amor de mi vida? ¿Me preguntaré así cuando en el fin me conozca, cuando me reconozca y despierte,
recién levantado de la tierra, y me tiente, y sentado en la hondonada, en el fin, mire un cielo piadosamente brillar?

No puedo concebirte a ti, amada de mi existir, como solo una tierra que se sacude al levantarse, para acabar cuando el largo rodar de la vida ha cesado.
No, polvo mío, tierra súbita que me ha acompañado todo el vivir.
No, materia adherida y tristísima que una postrer mano, la mía misma, hubiera al fin de expulsar.
No: alma más bien en que todo yo he vivido, alma por la que me fue la vida posible
y desde la que también alzaré mis ojos finales
cuando con estos mismos ojos que son los tuyos, con los que mi alma contigo todo lo mira,
contemple con tus pupilas, con las solas pupilas que siento bajo los párpados,
en el fin el cielo piadosamente brillar.

Vicente Aleixandre

ABROJOS - LVI

Tengo de criar un perro,
ya que en este mundo estoy.
No me importa lo que sea,
alano, galgo o bull-dog;
lo quiero para tener
un tierno y fiel queredor
que sonría con el rabo
cuando le acaricie yo;
para que me ofrezca todo
su perruno corazón,
y gruña a quien me amanece
y se alegre con mi voz;
y para si me da el coléra
y huyen de mi alrededor,
juntos, parientes y amigos,
que nos quedemos los dos:
yo, cadáver, como huella
de una vida que pasó;
él lanzado tristemente
sus aullidos de dolor.
  

Rubén Darío

jueves, 16 de junio de 2011

Sam Harris con Bill Maher para Real Time (subtitulado)


interesante... en ingles, pero subtitulado...

Honk War

CuteWinFail: Baby on a Mission

miércoles, 15 de junio de 2011

La importancia de la alineación

La columna, paralela al filo

Imagine la trayectoria perfecta

The Inner Child - Mike Oldfield-Rosa Cedrón


Nana intimista de Mike Oldfield en su "Tubular Bells III" en la preciosa voz de Rosa Cedrón.

martes, 14 de junio de 2011

El día que me casé. Jota aragonesa, canta - Laura Val

Ella Fitzgerald - Louis Armstrong - Dream a Little Dream of Me

EL NEGRO

Al negro lo agarramos en plena calle, mirando la vidriera de una joyería. Ante esta evidente tentativa de robo a mano armada (estoy seguro de que tenía un arma oculta entre sus ropas) no tuvimos más remedio que llevarlo detenido.
El juicio fue sumamente simple, como deberían ser todos los juicios. Nos sentamos sobre cajones de manzana, en el sótano de la comisaría. Lo incómodo de la situación garantizaba la brevedad del acto. Y para el acusado preparamos una serie de delitos que no dejaban lugar a dudas sobre su culpabilidad. Me puse de pie.
—Honorable Señor Juez: le hemos traído a este nnnegro —dije, mirándolo despectivamente— para que usted lo juzgue con toda equidad y después lo condene.
—Ajá. ¿Qué hiciste, negro?
—Bueno, yo...
—¡Calláte! Y contestá: ¿qué hiciste?
—Nada, yo...
—¡Calláte! ¿Qué hizo, agente?
—Lo sorprendimos siendo negro, Usía. Se paseaba por las calles imitando el modo de caminar de las personas. Hablaba como persona, se reía como persona, lloraba como persona. Y además se lo acusa de robo a mano armada en una joyería; robo con agravantes: asesinato del joyero, la mujer del joyero y dos hijos pequeños del matrimonio de joyeros —lancé un sollozo desconsolado ante tanto horror.
—Suficiente. Que lo ejecuten.
Me acerqué y le hablé al oído.
—Esteee... hay que guardar las apariencias, Usía. Usted sabe cómo es la gente.
El honorable señor juez me miró.
—Sí, es verdad —dijo—. Decime negro: ¿qué hacías mezclado con la gente?
—Pero si yo...
—¡Calláte! ¿qué hacía este negro mezclado con las personas, agente?
Me encogí de hombros.
—Lo de siempre, Usía: intrigando, ofendiendo a la sociedad, incitando a la rebelión, violando ancianas inválidas, comiéndose uno que otro niño blanco, agrediendo a las...
—Suficiente. Que lo ejecuten.
—Usía, yo...
—Vos nada. Vos te callás. Agente: a fuego lento, por favor.
—¡Quiero hablar, carajo!
—¡Calláte, negro! Dentro de media hora tengo una reunión con los muchachos del Ku. Si te dejo hablar no me voy más. Hágase cargo, agente.
Tomé el negro del brazo. Estaba pálido. Seguramente no se sentía bien. Tal vez había comido algo que la cayó mal, qué sé yo. Se volvió hacia mí temblando.
—Por favor... haga algo...
—Cómo no —dije. Y le di un cachiporrazo en el ojo. 
Caminábamos por los pasillos del penal rumbo a la celda.
—A mí me habían dicho que en este país reina la democracia.
—¿Quién lo duda? Un negro puede elegir cómo morir. Pero —reflexioné un momento— no trates de confundirme: ¿qué tienen que ver los negros con la democracia? Un negro es una cosa que está ahí y de repente ya no está. "¿Adónde se fue el negro que estaba ahí?", se pregunta uno sorprendido; mira hacia todos lados y recién cuando mira hacia abajo ve al negro todo desparramado en el suelo con un agujero en la frente. ¿Es el tercer ojo de los tibetanos? No señor, es un agujero de bala. "Ah, aquí está el negro que estaba ahí", dice uno y se olvida del asunto. ¿Ha ocurrido un suceso trascendental en el mundo? ¿Se ha vestido de luto algún país? No. Simplemente un negro ha cambiado de posición. —El negro me miraba horrorizado.
—¡Pero yo vivo, soy un ser viviente!
Me enfurecí.
—¿Estás insinuando que la policía no sabe lo que hace?
—No... yo sólo...
—Para que sepas, negro, las fuerzas del orden no dan abasto. Yo tengo un cupo diario de negros: si quieren más que me paguen horas extra. —El negro se puso a llorar; se golpeaba la cabeza contra la pared, gritaba cosas acerca de la vida y la justicia. Parecía loco.
—Oíme, ¿estás loco? —dije dándole con la cachiporra en la nuca para calmarlo. Quizás no debí hacerlo: lanzó un quejido ahogado y se cayó al piso. Le di una patada en las costillas.
—¡Vamos! No es hora de dormir, negro desfachatado.
No parecía tener la más mínima intención de reaccionar, así es que lo flexioné convenientemente y lo até con toda meticulosidad hasta darle forma de pelota. Después se lo presté a los muchachos del penal para que jugaran al fútbol.
Soy un sentimental. Quizás fue por eso que me decidí a visitar al negro —o lo que quedaba de él— en la enfermería del penal. Pobre negro. Tenía todas las costillas quebradas, fracturas en las tibias y peronés, traumatismo de cráneo, conmoción cerebral y tal cantidad de moretones y magulladuras que empecé a sospechar que su estado físico no era óptimo. Me acerqué y tras mirarlo un momento deduje que el hombro derecho debía ser esa masa informe que asomaba por debajo de la rodilla izquierda. Acerté. Lo palmée en el hombro.
—Se te ve pálido, negro —dije por decir algo. En algún lugar tenía la boca. Por ahí salió un balbuceo.
—E... estoy con... contento. Hi... hice trrrre... tres go... les.
—Bueno, no está del todo mal considerando que es la primera vez que jugás de pelota. —El negro se quedó un momento en silencio. Tanto, que creí que se había muerto; pero la experiencia me ha enseñado que los negros no se mueren si uno no les tiende una mano. Volví a palmearlo.
—Bueno, negro. A curarse rápido que no es cuestión de morir enfermo. Mirá que estás condenado a muerte, y no hay nada más desagradable que un cadáver desprolijo.
El negro dijo jaja y volvió a quedar en silencio. Qué cínico. Seguro que ni tenía ganas de reírse
El sacerdote le explicó cómo era el Reino del Señor, lo bien que se estaba allí y el status espiritual que eso significaba. Le explicó que hay otra vida después de ésta, lo que horrorizó al negro, que dijo "¡Como! ¿Otra más?" Y también le explicó que todos los ángeles y los serafines y los querubines que anduvieran por ahí saldrían a recibirlo a la puerta y sonarían gloriosas las trompetas y Pedro el portero diría muchas palabras difíciles terminadas en mente y en ados adecuadas para la ocasión y que por fin entraría al Cielo de los Negros y sería feliz. ¿Y todo por cuánto? Por sólo veintitrés Padrenuestros y cuarenta Avemarías pagaderos de la siguiente forma: once Padrenuestros y diecinueve Avemarías al contado en el momento de suscribir el contrato y el saldo en cómodas cuotas mensuales y consecutivas con el veintidós por ciento de interés.
Para el negro no estaba muy claro eso del alma y los serafines y las trompetas; sí sabía que tenía frío y hambre y ganas de seguir viviendo. Todo lo demás era un gran lío. Cuando pudo cortar el aluvión de palabras dijo, angustiado:
—Padre, yo no entiendo nada de esa otra vida, ¿por qué no hace algo para que no me maten en ésta?
El cura quedó un momento en silencio. Se repatingó en el sillón, encendió un habano y sin sacárselo de la boca dijo:
—Hijo negro: yo me ocupo de las almas, de los cuerpos se encarga la sociedad. —Y abrió los brazos como diciendo "en fin". 
A la mañana siguiente llegó el indulto para el negro. Con el cabo no estuvimos de acuerdo, así es que lo hicimos un bollo y lo tiramos al cesto. De cualquier manera, para estar prevenidos, el cabo se disfrazó de viejita simpática y le pidió un autógrafo, a lo que el negro accedió gustoso. Fue así como conseguimos un contraindulto, manifestando que en ningún caso aceptaría que se le devolviera la libertad que estaba muy lejos de merecer. Cuando se enteró de lo que había firmado se quiso morir. Aprovechamos la ocasión para sugerirle que se suicidara. Pero no quiso. 
De ahí en más los acontecimientos se precipitaron. Un intento de fuga fue premiado con una ráfaga de ametralladora que dejó paralítico al negro. Después arremetió con la silla de ruedas contra el muro del penal con la esperanza de derribarlo. Esta tentativa infructuosa dejó como saldo:
a) Un brazo amputado.
b) Un ojo insubordinado.
c) Una cantidad no precisada de tumores malignos que le afectaron el habla, la visión del ojo sano y los nervios.
d) Un injusto resentimiento contra la policía.
No hubo más intentos de fuga. Ante tan recomendable proceder el director del penal en persona le hizo entrega de una medalla. 
En su última semana de vida el negro era una lágrima, un suspiro, una melancolía grande color chocolate. La Comisión de Alegramiento ideó mil juegos para distraerlo: El Paralítico Lanzado a la Distancia. El Cieguito Molido a Patadas. La Sillita Voladora de la Ventana del Primer Piso al Patio. Pero todo fue inútil. El negro languidecía como una lechuga al sol. Ya no sonreía como antes, ya no era el mismo. La vida lo había golpeado duramente. La vida es una cachiporra de caucho.
—Estás viejo, negro —le dije. No me escuchó: estaba sordo. No respondió: estaba mudo. No hizo un solo gesto, ni un ademán: estaba paralítico. Era una calamidad. Uno de esos malditos hipocondríacos a los que todo les sirve de excusa para sentirse mal. Le apoyé una mano sobre el hombro, y cuando se acercó la Comisión de Despenamiento di vuelta la cara. Sonó el primer disparo. Una lágrima rodó por mi mejilla. Soy un sentimental.
Lo enterramos en medio de un grave silencio. Todo el penal estaba allí, rogando por su eterno descanso. Pregunté qué era aquello. Un preso que llevaba la Biblia a todas partes me explicó que cuando un negro bueno muere su alma sube al cielo y su cuerpo descansa en la tierra por toda la eternidad.
El cabo se disfrazó de angelito, pero sin éxito. Así que con respecto al alma no se pudo hacer nada. Al cuerpo lo desenterramos todas las tardes, a las cinco y le damos una paliza de novela.
Fernando Morales