Sevilla, 1936 - La realidad supera la ficción
Primero hemos de situarnos, Sevilla, Julio, 40 grados a la sombra, poca agua y la mala alimentación de la época, seguro que todo eso ayudó a que esta historia fuese posible. Para mi la más curiosa (y graciosa) de toda la Guerra. La guerra siempre es algo horrible, si además es una guerra civil donde se enfrentan familiares por el mero hecho de que su pueblo esté en un lado o en otro se puede calificar de desastre pero, incluso en esas circunstancias, hay anécdotas que nos dibujan una sonrisa en la cara.
La rebelión acaba de estallar, en todas las ciudades se producen enfrentamientos entre los partidarios de la República y los que apoyan a los rebeldes. Muchos de estos enfrentamientos fueron sangrientos, en Sevilla también, pero ésta no es una historia de tristeza.
Dos o tres días después del 18 de julio una serie de personas se presentan voluntarias delante de las tropas del ejército comandadas por Queipo de Llano. Están ansiosas por ayudar, además tienen avionetas en el Aeroclub de Sevilla y se ofrecen para cualquier cosa que sea necesaria. Los militares tras examinar los aparatos y ver que no aguantarían el tiro de una piedra deciden mandarlos simplemente a misiones de reconocimiento. Allá que fueron.... Tras varios vuelos en los que no ven nada por fin descubren al enemigo, hay un nido de rojos apostado fuera de la ciudad. ¡Eso no puede quedar así! Deciden volver e informar a los mandos.
En la reunión que mantienen piden granadas para tirarlas desde el cielo a los republicanos, los militares descartan esa opción, no tienen ninguna experiencia militar (imagina que les explota la granada en el avión) y además tampoco está muy claro si son verdaderos fieles a la causa. Pero eso no supuso un freno a su determinación. Ellos querían luchar contra la “barbarie roja” y nadie se lo iba a impedir.
Tras volver a pasar por encima de sus enemigos uno tiene una brillante idea. Ya sabe que es posible conseguir su objetivo de bombardear, poco a poco va comentando la ocurrencia entre sus compañeros y los acaba convenciendo, ahora hace falta conseguir tan peculiar proyectil.
Una vez cargados los aviones con esas bombas hacen una nueva pasada sobre los republicanos, estos se empiezan a mosquear, 2 veces en menos de una hora y los nervios empiezan a estar a flor de piel. Sus peores presagios se confirman cuando desde los aviones empiezan a ver caer objetos semiesféricos que sin duda son las bombas de las que han oído hablar. Hay que tener en cuenta que es el principio de todo y su experiencia militar es inexistente. El sonido atronador llena el cielo y corren a esconderse.
Las “bombas” caen con gran estrépito contra el suelo, el ruido es grande pero mucho menos de lo que esperaban, además no ven que haya salido metralla y no dejan un boquete en el suelo. Curiosos empiezan a salir de sus minitrincheras y allí llega la sorpresa, ¡les están bombardeando con melones! Eso sí, melones de 3 kilos que si te caen en la cabeza te dejan clavado en el suelo. El susto inicial se convierte en cachondeo, todos ríen felices de la ocurrencia de esos Sevillanos que pensaron que a falta de bombas buenos son melones.
Pdta: Los dibujos son obra de Abraham Carreiro, un gran amigo y mejor dibujante (¿o debería decirlo al reves?). Pues eso, gracias Abraham ). Escrito por Manuel
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