¿Y recuerdas como fue?
¿Y recuerdas como fue?
¿Dimití o me cesaste?
¿Perdí, acaso, los papeles?.
Era septiembre y llovía
(en dos días sería octubre).
Refugiados en un bar leíamos a Cioran
y en aquella servilleta,
que era un papelón de seda,
me explicaste, en cuatro trazos,
aquellas cadenas génicas
que cambiaban si cesar
con un fin muy definido
ahora mismo no sé cual.
Después de cenar fatal
nos volvimos al hotel.
Dormí desasosegada
y desperté muy temprano,
me fui al “retiro” a andar,
cuando sólo yo y aquellos, empeñados en barrer,
observábamos las hojas
que por miles tapizaban los senderos,
ellos, con sus escobas de brezo,
las barrían y apilaban
cada tres o cuatro metros.
Yo, que les miraba hacer,
trataba de descubrir, adelantando su marcha,
ese brillo acharolado de la múltiples castañas.
Después de desayunar
volvimos los dos allí
y acodados en la cerca
que rodeaba un estanque,
hablamos del universo
y de las cosas tan nimias
que influían en sus fases.
Nos enlazamos del brazo
y paseando despacio nos alejamos de allí.
Había sucedido todo
y no volvería a ser,
(tampoco hablamos de ello)
y por como van las cosas
y a los tres años de aquello
pienso que nunca lo haremos.
Y colorín colorado
este cuento se ha acabado.
Escrito por Musaraña
¿Dimití o me cesaste?
¿Perdí, acaso, los papeles?.
Era septiembre y llovía
(en dos días sería octubre).
Refugiados en un bar leíamos a Cioran
y en aquella servilleta,
que era un papelón de seda,
me explicaste, en cuatro trazos,
aquellas cadenas génicas
que cambiaban si cesar
con un fin muy definido
ahora mismo no sé cual.
Después de cenar fatal
nos volvimos al hotel.
Dormí desasosegada
y desperté muy temprano,
me fui al “retiro” a andar,
cuando sólo yo y aquellos, empeñados en barrer,
observábamos las hojas
que por miles tapizaban los senderos,
ellos, con sus escobas de brezo,
las barrían y apilaban
cada tres o cuatro metros.
Yo, que les miraba hacer,
trataba de descubrir, adelantando su marcha,
ese brillo acharolado de la múltiples castañas.
Después de desayunar
volvimos los dos allí
y acodados en la cerca
que rodeaba un estanque,
hablamos del universo
y de las cosas tan nimias
que influían en sus fases.
Nos enlazamos del brazo
y paseando despacio nos alejamos de allí.
Había sucedido todo
y no volvería a ser,
(tampoco hablamos de ello)
y por como van las cosas
y a los tres años de aquello
pienso que nunca lo haremos.
Y colorín colorado
este cuento se ha acabado.
Escrito por Musaraña
Benacazón 07.08.1992
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