Por la noche cuando la ola repitiendo naufragios
el mar se duerme al sol de la mañana
platea la luz hasta lo hondo
dejando para luego las olas destempladas
cuando al sol le ardan las mejillas
y ni siquiera el agua refresque su gemido.
En sus horas más negras
la noche baja de los árboles al suelo
camina desnuda por la arena
rastrea la humedad de la orilla
y se deja vencer por la marea.
El velo tenue de la amanecida
le convierte en un espacio sin fronteras
y poco a poco va perdiendo su fuerza.
Ha sido escasa la lluvia de estrellas.
Escrito por Musaraña
Dunas Doñana, 12.08.1993
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