sábado, 2 de junio de 2012

A UNOS LINDOS OJOS


Tus lindos ojuelos 
      me matan de amor.

Ora vagos giren, 
o párense atentos, 
o miren exentos, 
o lánguidos miren,

o injustos se aíren, 
culpando mi ardor, 
      tus lindos ojuelos 
      me matan de amor.

Si al final del día 
emulando ardientes, 
alientan clementes 
la esperanza mía,

y en su halago fía 
mi crédulo error, 
      tus lindos ojuelos 
      me matan de amor.

Si evitan arteros 
encontrar los míos, 
sus falsos desvíos 
me son lisonjeros.

Negándome fieros 
su dulce favor, 
      tus lindos ojuelos 
      me matan de amor.

Los cierras burlando, 
y ya no hay amores, 
sus flechas y ardores 
tu juego apagando;

Yo entonces temblando 
clamo en tanto horror: 
      «¡Tus lindos ojuelos 
      me matan de amor!».

Los abres riente, 
y el Amor renace 
y en gozar se place 
de su nuevo oriente,

cantando demente 
yo al ver su fulgor: 
      «¡Tus lindos ojuelos 
      me matan de amor!».

Tórnalos, te ruego, 
niña, hacia otro lado, 
que casi he cegado 
de mirar su fuego.

¡Ay! tórnalos luego, 
no con más rigor 
      tus lindos ojuelos 
      me maten de amor.

Juan Meléndez Valdés

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