martes, 11 de septiembre de 2012

¿Pero estuvo Rajoy en TVE?

Por fin apareció Mariano Rajoy en televisión. Estar, estuvo, que todos lo vimos. Lo que no sabemos es para qué. Cuando un presidente de Gobierno tarda once meses en conceder la primera entrevista televisiva y finalmente se decide a ir al plató, se supone que es porque quiere anunciar alguna novedad importante o tiene intención de enviar a los ciudadanos algún mensaje de calado. Ni una cosa ni otra. Nada. Hoy estamos igual que si no hubiera dado la entrevista. Una avalancha de lugares comunes y de indefiniciones, que nada aclararon al respetable. ¿Y este señor, a qué ha salido?, se dirán los telespectadores, una vez que superaron el asombro de que el presidente se quedara sin palabras ante la primera pregunta, la más obvia y la que se supone que le habrían preparado todos sus asesores: ¿Va a pedir el rescate? Mmmmmmmmmmmmmmm, este, mmmmmmmmmmmmmmmm. ¿Era difícil la pregunta? ¿Quizá inesperada? A excepción de sus tifosi más fanáticos, tampoco ha convencido a sus fieles. Ahora lo veremos.

A los papás les pasa mucho, que ven a sus hijos con muy buenos ojos. Así sean más feos y más malos que un dolor, sus progenitores les ven llenos de valores: incluso buenos mozos. Por ejemplo, La Razón. Usted le pone delante un Mariano Rajoy y es que, vamos, ni Winston Churchill. Dónde va a parar. La verdad es que se entiende el amor, que en este caso ya no solo es paternal, sino incluso filial, que para ellos el presidente del Gobierno es padre, madre, hermano e hijo. Vamos, lo eres todo para mí, que le canta Marhuenda a don Mariano a ritmo de bolero. Lean cómo empieza el felpudo-editorial, que es para nota: “Solo quienes esperaban que, traicionando su estilo de gobernante previsible y ponderado, Mariano Rajoy hiciera grandes revelaciones en la entrevista emitida ayer por TVE, se habrán sentido defraudados”. Diga usted que sí, Marhuenda. Que cuando toca dar el do de pecho, hay que dar el do de pecho. Sostenido, incluso: “El presidente del Gobierno estuvo convincente, didáctico y veraz. En sus respuestas no hubo doblez o cartón piedra para disimular los hechos…”. Hasta cuando rectifica se merece el aplauso: “…Como tampoco negó haber cambiado de opinión en asuntos como la subida de tributos”. No sigo, que me da vergüenza.

Mucho de ello comparte el diario Abc, que también algo de papá del presidente ya tiene. Porque ya me dirán si de la entrevista de anoche se puede escribir este editorial: “El presidente del Gobierno concedió ayer su primera entrevista en televisión, en la que despejó muchas inquietudes que anidaban en el ánimo de los españoles. Mariano Rajoy lanzó el mensaje que los ciudadanos necesitaban escuchar en tiempos de zozobra. Sin atisbo de duda, pero sin soberbia, realizó un certero diagnóstico de la situación económica que atraviesa España, expuso el momento exacto en el que nos encontramos como país y, lo que es fundamental, la meta que debemos alcanzar para volver a ser una nación con peso en el mundo”. Así empieza. Y así acaba: “Rajoy mostró ideas claras y convicción para llevar adelante su proyecto reformista”. ¿Sin atisbo de dudas, mensajes certeros, etcétera? Qué bárbaros…

Pero si nuestras grandes plumas no pillan la hora, siempre les quedan los socialistas y/o Zapatero. Tomás Cuesta, Abc: “En menos de un año François Hollande ha desencadenado la peor de las pesadillas galas. Y todo parece conducir a una cadena de errores que se asemeja extraordinariamente a aquella gracias a la cual Rodríguez Zapatero logró dejar a España en bancarrota. No es una equivalencia literal, desde luego. En el plano intelectual, Hollande no es un analfabeto académico como lo era -y es- Zapatero; su formación es la del alto funcionariado de Estado francés, y pasar por las Altas Escuelas deja necesariamente un poso de conocimiento por el cual el de León jamás fue ni rozado. En el plano político, Hollande pasaba por ser un posibilista. Y todos, en el partido socialista francés, pensaban más en el socialismo a la inglesa de Tony Blair que en las utopías infantiles de los casi ocho años de delirio español". O a Hermann Tertsch: "Cada vez son más los indicios de que el PSOE puede haber entrado ya en la senda del PASOK, para dejar de ser fuerza alternativa (…) Ahí está ahora ese tándem desasistido de Rubalcaba y Valenciano para administrar escombros en el fondo de un pozo cada día más profundo".

El Mundo prefiere dedicar a Rajoy un comentario menor, y además escasamente cariñoso, como ya lleva haciendo desde hace algunas semanas. Título: “Un frío Rajoy elude revelar sus planes”. Texto: “El grueso de las preguntas que cinco periodistas formularon anoche al presidente del Gobierno en TVE-1 se centró en el posible rescate de nuestra economía. Rajoy eludió pronunciarse y aseguró que tiene que estudiar el asunto. Negó categóricamente que el Gobierno haya hablado de condiciones con sus socios europeos. También evitó concretar los recortes presupuestarios y se limitó a asegurar que los pensionistas serán tratados ‘de la mejor manera posible’. La misma ambigüedad y frialdad caracterizó la gran mayoría de sus respuestas, lo que resulta poco tranquilizador para una opinión pública que desea explicaciones y medidas más concretas”.

El editorial grande de El Mundo apunta contra Hollande y, de paso, contra Rubalcaba: “Aumentar más los impuestos no es la solución”. Pero luego viene Salvador Sostres, tres páginas después, y lo explica mucho mejor. Faltaría más: “La solución no es que los ricos paguen más y es una indecencia el mero hecho de plantearlo”. O “que paguen los que más tienen puede funcionar como lema en una pancarta, pero es un insulto a la inteligencia. La solución es que los empresarios dispongan de la mayor parte posible de su dinero para poderlo invertir en crear riqueza”. ¿Ya lo tienen más claro? Vamos, es que no sé qué dudan ustedes…

A quienes no ha gustado nada la intervención de Rajoy ha sido a los chicos de Libertad Digital. Editorial: “La primera gran entrevista televisiva de Mariano Rajoy como presidente deja un sabor agridulce. En primer lugar, porque es obvio que no tiene una oratoria que entusiasme y nunca ha conseguido generar excesiva empatía ni transmitir dotes de liderazgo a través de las cámaras. Pero, más allá de los problemas de comunicación que padecen él y su Gobierno, que el propio Rajoy ha reconocido en un par de ocasiones durante la entrevista, lo que genera cierto escepticismo es la enorme distancia que cualquiera puede ver entre el discurso que mantiene el presidente y la realidad de su gestión (...) Ni en lo político ni en lo económico Rajoy dice toda la verdad; pero es que, además, sus decisiones también parecen desmentir sus palabras”.

Y lo refrenda Pablo Molina. “Así pues, tras una hora de interrogatorio, si bien en un tono más obsecuente tal vez de lo recomendable, los españoles seguimos sin saber qué es lo que quiere hacer Rajoy con España, más allá de su insistencia, con pulcritud de perito contable, en la necesidad de ajustar las cifras macroeconómicas para seguir en el euro. A pesar de que fue repreguntado con insistencia, Rajoy no explicó si va a solicitar el rescate soberano ni en qué términos lo hará, llegado el caso. A cambio nos tomó un poco el pelo afirmando, como una decisión de su gobierno que debería compensar tanto recorte, que la partida de las pensiones ha crecido y lo va a seguir haciendo, cuando lo cierto es que se trata de un derecho adquirido por los cotizantes cuyo montante total fluctúa únicamente en función del número de perceptores de rentas pasivas, sin que el gobierno tenga el menor margen de maniobra en uno u otro sentido”. O Cristina Losada: “Dio una entrevista perfectamente prescindible”. Incluso José García Domínguez: “En fin, tras casi un año, Rajoy ha hablado en RTVE. Es lástima que no haya dicho nada”.

LAS FACHADAS
Por: José María Izquierdo
EL PAÍS

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