La Lluvia ...
La lluvia, que es portadora de vida y su ausencia exterminaría todo vestigio de ella, encamina frecuentemente, sin embargo, a nuestra alma, hacia un paisaje gris y apenado que nos conduce al desarrollo de tristes y deprimentes pensamientos, a poco que nuestro espíritu abra el camino hacia ese estado anímico.
La lluvia, actúa con frecuencia como las rejas de una cárcel. Nos impide salir de nosotros mismos y nos encierra en compañía de nuestros más melancólicos pensamientos.
Por eso, cuando vaya a llover, debemos hacer un claro esfuerzo para colocar nuestra mente en un alto estado eufórico, de manera que, por muy grande que sea nuestro bajón anímico, quedemos siempre a un nivel de euforia suficiente como para contrarrestar ése efecto de caída hacia el vacío que nos provoca.
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