martes, 8 de mayo de 2012

Tras la Oscuridad de tu alma


Tengo ganas de gritar, sentir como la sangre se agolpa en mis sienes mientras se desgarra mi garganta en un aullido doloroso, prolongado, sordo.
Clavar las manos en mi pecho, hendiendo carne y hueso en busca de ese débil músculo que te entregué casi sin pedirlo entre risas de títeres de trapo.
Arrancar de mi mente todo resto de tu perfume que emponzoña lenta e inexorablemente cada rincón de ese ático destartalado, yermo y sin sentido.
Hay paredes, muros gruesos, altos como el mundo. Su sombra duele, hiere, mata. Un manto de oscuridad, de ausencia de luz, de seres agazapados con garras afiladas rezumantes de vanidad y orgullo, sibilantes ante el fuego crepitante de cada amanecer.

Amanece un nuevo día azul, marcado por miradas que escaparon al olvido, palpitantes en algún recóndito lugar, fugaces pero incapaces de ser relegadas a su destino.
Recoge las sonrisas hipócritas que sembraste con ironía, esas que inventaste esa madrugada, que tejiste con tus mentiras ocultas tras la máscara de un bufón sin pupilas.
Mira lo que creaste, un ser vacío, un zombie alimentando necedad, un monstruo que liba de engaños fluctuantes, un destructor de sueños y utopías... el mundo se encarga del resto... de desparramar tus vísceras y pisotearlas, de señalar con el dedo la herida abierta, ahondándola con la falsedad desesperante del que no vuelve, con voces que hablan de ausencias preconcebidas, con noches gélidas que se incrustan en tu mente y tu mano, esa mano fantasmagórica a la que trataba de asirme, la mano del verdugo, la mano del futuro... funesto.
¿No oyes la muerte sólida? Mira la guadaña oscilante entre tu alma y la mía. Una sola palabra y la suerte está echada. Contempla tus ojos reflejados en su filo y dime qué ves... ¿lo adviertes? Tu verdadera cara. No grites. En el vacío el sonido muere sin remisión. En tus cuencas se aprecia lo negro de tu alma, un pozo vil, impío, con el fuego encarnado de los demonios de tu espíritu deformando cuanto tocas, marchitando cuanto deberías ser. Esos gusanos que cuelgan de tus mandíbulas son las palabras huecas que adornaste con luz de luna, con tu aliento gris que huele a hiel y veneno.

¿Qué opinas ahora? Noto el miedo, el terror en tus ojos moribundos, se palpa a través de tu piel. Sigue con tu mentira si es lo que deseas, yo no puedo hacer más por ti... 
Lo siento, tengo que marcharme. He de seguir buscando la ansiada luz... ¿quién sabe si al final de este angosto túnel? Tal vez... yo no lo sé... que disfrutes de las sombras.

THeDaRK

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